Genética y Ciencia
Genética y Ciencia
¿Hemos cumplido los postulados de la Reforma de Córdoba?
por César Paz-y-Miño
Jueves, 06 de diciembre de 2018, a las 15:15
* César Paz-y-Miño. Director del Centro de Investigación Genética y Genómica. Universidad UTE
A 100 años de la Reforma de Córdoba y sus postulados, en el plano de investigación y desarrollo de la ciencia ecuatoriana participé en dos eventos: el uno organizado por la IESALC (Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe de la UNESCO) y el otro en la Escuela Politécnica Nacional. Aquí un resumen en conjunto de mis propuestas.
El punto central de esta ponencia es evaluar y cuestionar si realmente las universidades latinoamericanas y la ecuatoriana en particular enseñan o lo que investigan, o si realmente investigan.
Es sabido que Investigación, la Ciencia y la Innovación, van de la mano y su situación determina el desarrollo de un país. De acuerdo a los postulados de Córdoba, se tenía como meta democratizar las universidades y elevar el carácter científico-académico. Esto surgía de una situación elitista, politizada y poco científica del que hacer universitario de esa época. Era por tanto indispensable que las universidades lideren y propongan la creación de nuevos conocimientos a través de la investigación científica, tecnológicamente adecuada, basadas en el humanismo solidario y el beneficio social común. Adicionalmente se destacó en 1918 la vocación latinoamericana y anti imperialista de la reforma, así como una universidad unida a la sociedad y comprometida con ella.
Partiendo de que las Universidades deben enseñar lo que investigan, la pregunta que surge es: ¿Se investiga en las universidades ecuatorianas? La historia del desarrollo de I&C es infausta. Según el ranquin de países (SCOPUS), Ecuador está en la posición 90, de entre 239 países evaluados (de 1996 a 2017). El primer país en el ranquin es USA, con 11 millones de publicaciones, mientras Ecuador tiene 18.436. El impacto de las publicaciones, medido por el número de veces que los trabajos científicos son citados en otras publicaciones, para USA es de 2.077, para Ecuador 137. El Ecuador produce 0,8 de la producción Latinoamericana y el 0,035 de la producción mundial.
Como país hemos subido un 453 por ciento en la producción científica, pero nos falta aumentar el impacto de lo que producimos, si correlacionamos los artículos científicos que son citados por otros investigadores a nivel mundial, con los trabajos que no son citados. Al analizar la producción nacional frente a la internacional nos encontramos con sorpresas. Si correlacionamos los documentos por autores con las afiliaciones institucionales que representan, se detecta que el 80 por ciento de trabajos investigativos son realizados desde fuera o con poca representación ecuatoriana, 12.899 documentos sobre el Ecuador, frente a los 5.528 producidos desde el Ecuador. Lo que significaría un número elevado de publicaciones parásito. Es decir, aparecen las instituciones ecuatorianas como parte de una lista de coautores, pero pocas veces como autores primeros firmantes de las publicaciones y menos aún como responsables de los grupos de investigación (últimos autores firmantes o de correspondencia).
Sumado a este panorama está el poco número de investigadores que tiene el Ecuador, estamos entre 0 a 100 por millón de habitantes según la UNESCO, realmente siendo generosos y aceptando una cifra publicada en el registro de investigadores llegamos a 9 por 100 mil. No existen cifras confiables del porcentaje de participación de mujeres en la ciencia, pero ronda en el 35 por ciento.
De igual manera, aunque la ley determina que el 0,5 por ciento del PIB debe destinarse para investigación nacional, lo que significa aproximadamente 500 millones de dólares, en la práctica, no llegamos a esas cifras, en el mejor de los casos llegamos al 0,41 en 2016, y una dramática rebaja hasta el 2018. Según la UNESCO estamos entre los países más bajos de la Latinoamérica. Por otro lado, la ley de universidades y últimamente el Código Ingenios, que exige destinar el 6 por ciento del presupuesto estatal a la investigación, pero pocas lo alcanzan, además según la normativa se requiere el contrato de profesores-investigadores con títulos de cuarto nivel (PhD o equivalente y Master), la acreditación de universidades, programas de vinculación con la sociedad, autonomía universitaria pero con el organismo regulador la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, que justificó mucho de su acción por la ciencia en programas de becas y retornos, con la visión que esto aumentaría la masa crítica de investigadores y la presión de estos por mejorar el estándar de investigación nacional.
En relación al espíritu anti imperialista es muy decidor el manejo actual de este tema al analizar una noticia que hacía mención al discurso que el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, pronunció el 2 de noviembre de 2018 y que reclamaba y denunciaba una doble moral sobre el comportamiento sobre la ciencia cubana. Se denunció que al menos 30 empresas multinacionales protegidas por patentes ponían en riesgo la vida de cubanos al no proveer de fármacos, insumos y reemplazos de piezas de equipos de resucitación y ventilación. Cosa igual con reactivos de genómica y genética, lo que determina 224 muertes por 100 mil habitantes. Contrastando con esto, se otorga licencias específicas para comercializar vacunas contra cáncer de cabeza, cuello y pulmón, producidas en Cuba. Acusaba al boqueo como causante de muertes y retraso de su país. Justamente Latinoamérica debería posicionar el desbloqueo como política internacional.
Frente a las crisis económicas nacionales, a la investigación se le cataloga como un gasto, incluso inútil, pocas veces se le considera como una inversión para el desarrollo. Por tanto, a las universidades les es obligatorio precisar y demostrar si aumentar talento humano es adecuado para un país o es un gasto improductivo; si queremos investigadores o repetidores de conocimientos, universidades de vanguardia científica o de finanzas privadas con pobre academia.
Al evaluar las patentes que generamos en el Ecuador, como indicador de innovación, son muy pocas, con los datos disponibles, 416 nacionales y 554 patentes extranjeras solicitadas en Ecuador. El Ecuador produce entre 1 a 99 patentes por año, según el Word Intellectual Property Indicators.
Para responder la pregunta inicial de si ¿hemos cumplido con los postulados de la Reforma de Córdoba? con relación a la investigación e innovación en el Ecuador, al analizar los datos de publicaciones desde 1920 hasta la actualidad, recién en 1994 hay un crecimiento evidente de producción científica, con su puntal más elevado el 2018. Adicionalmente, haciendo una proyección real, en que se anule las publicaciones parásito, el panorama de producción científica universitaria ecuatoriana es pobre, entre 10 artículos la más baja hasta 620 la más alta de las 52 universidades del ranquin. Adicionalmente nuestro índice nacional de impacto de las publicaciones es bajo.
Como alternativas de desarrollo científico tecnológico anotaríamos que se debe definir qué tipo de ciencia debemos manejar en nuestros países, una ciencia humanista que se base en el conocimiento riguroso, que sea neutra en sus conclusiones, solidaria en sus logros y que denuncie las problemáticas que vivimos y nos enfrentamos. La ciencia que hemos manejado ha sido fundamentada en el conocimiento, pero con una línea sesgada hacia el capital, con orientación individualista y de acumulación, defendiendo intereses en muchos casos de grandes inversores.
Por otro lado debemos en América Latina proponer debates éticos que nos involucran como región como es la dependencia científico-tecnológica y como liberarnos de ella, debemos posicionar nuestro quehacer universitario y regional sobre la tecnología bélica y su desarrollo, tener firmes criterios sobre el cambio ambiental y sus efectos, liderar la aplicación amplia de los conocimientos beneficiosos para el individuo y la sociedad, oponernos a la política de patentamiento inhumano del conocimiento. Mostrar presencia de los posicionamientos y ciencia latinoamericana a través de fortalecer publicaciones regionales y no estar atados a las evaluaciones internacionales comandadas por empresas editoras gigantes. Demos como universidades denunciar y analizar las tecnologías nuevas como la clonación la manipulación genética y transgénesis, la edición genética y sus logros (CRISPR/Cas9), la manipulación de conducta por medios y psicología pública, las implicaciones de la inteligencia artificial sobre todo en relación al reemplazo de la fuerza laboral y debemos ser vigilantes conspicuos sobre la discriminación genética ética.
A modo de conclusión se podría postular que si bien existe un interés mayor para el desarrollo científico e investigativo, en muchos casos obedece a emprendimientos individuales, poco coordinados intra e inter universitarios y con limitada presencia del estado. Lo que se necesita es incrementar urgentemente el número de publicaciones propias ecuatorianas y mejorar el impacto de las mismas. Es clave la formación de investigadores, la reinserción laboral de los que regresan al país con la esperanza de investigar, se necesita el apoyo directo a grupos de investigadores ya consolidados y representativos por su producción científica. Se debería reducir los trámites burocráticos que entorpecen a la investigación universitaria y por supuesto la inversión fuerte en ciencia y tecnología.
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