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Medicina 3.0
Coronavirus: El miedo al fracaso
Viernes, 13 de marzo de 2020, a las 16:04
* David Cabrera Vásconez, especialista en Administración de Salud
El Covid-19 ha desnudado a la humanidad y a la fragilidad que representa ser individuo de comunidad en un sistema globalizado como el que vivimos.
Más allá de cómo o cuándo, el coronavirus se ha convertido en una pandemia de escala sin registros históricos por la rapidez con la que se ha transmitido y los números a la fecha avalan esa afirmación: más de 80.000 infectados sólo en China y más de 120.000 nuevos casos fuera de ese país en el resto del mundo en las últimas dos semanas.
Concuerdo con epidemiólogos al afirmar que no tiene la letalidad de otros virus, pero el Covid-19 ha demostrado que los sistemas de salud son espectacularmente vulnerables por las capacidades instaladas de atención y aquí haré una simple revisión del control que ejerció China luego de su detección. Las primeras medidas fueron aislamiento, desinfección global, evitar aglomeraciones y prácticamente se crearon ciudades fantasmas para evitar el contacto persona – personas, inclusive con sanciones de por medio a si violaban las reglas impuestas y todo para evitar el contagio y propagación. Al día de hoy, 12 de marzo, China ha dado por superado el pico máximo de transmisiones registrando en Wuhan apenas 15 casos nuevos las últimas 24 horas (tomando en cuenta la replicabilidad del virus).
La contracara de este problema y lo que encendió la alerta mundial es Italia. En ese país, las autoridades, al tener fronteras abiertas, mecanismos de control básicos y un sistema de salud quiescente simplemente no vio el vendaval de infecciones que se propagó en cuestión de horas y días. Italia se ha convertido en el país con más contagios después de China, tiene más de 1.000 muertos a la fecha, con un 10 por ciento de pacientes infectados en terapia intensiva y una capacidad de su sistema de salud (para atención) completamente desbordado.
En Latinoamérica tardó, pero llegó.
El virus llegó a la región el 26 de febrero y al 10 de marzo sumaban 141 en una región de 626 millones de habitantes, lo que significa que en apenas dos semanas aumentó la escalofriante cifra de 10.500 por ciento (¡diez mil quinientos por ciento!).
Ahora, el tema es que el manejo deficiente de las autoridades sanitarias en países como Italia o España, tenemos ya la medida de lo que no se debe hacer, pero principalmente de lo que se debe ejecutar. Pero mi análisis no está centrado en el informe biomolecular y la capacidad de contagio o las proteínas que altera, sino con el miedo al fracaso.
He visto gerentes de hospitales, tomadores de decisión, líderes de opinión y colegas médicos que han minimizado al Covid-19, diciendo que es “una gripe más”, que hay que lograr que la población siga “su vida normal” y en muchos casos, lamentablemente, los he visto analizar los indicadores financieros de sus unidades de salud en lugar de enfocarse en el problema, que son los pacientes, los familiares, su propio personal sanitario, médicos, enfermeras, la comunidad de influencia geográfica y he visto la carente y lenta respuesta que tienen a un problema que “en números” es algo no visto antes en la humanidad, ni siquiera previsible en comportamiento por epidemiólogos expertos a nivel mundial.
El miedo al fracaso los vuelve lentos, vulnerables, reduccionistas, los deja sin retórica ante las respuestas y ejecución inmediata que se requiere.
El miedo al fracaso los ha vuelto calculadores financieros, y no ven que en el patio de atrás sus clínicas u hospitales sus indicadores están por colapsar si no actúan.
Es momento de actuar, es momento de sobrerreaccionar en lugar de no hacer nada; es momento de exigir a todo el mundo, o por lo menos a nuestros pacientes, colegas y conocidos que se laven las manos, se aíslen de aglomeraciones y que si sienten algún síntoma como fiebre, dificultad respiratoria o tos se acerquen a los hospitales predestinados para atención.
Es momento de hacer más, aunque esté demás, sin importar si el uniforme que se viste es de bata blanca o de corbata.
China dio probablemente la lección más importante en contención de epidemias de la historia reciente de la humanidad, Italia lo minimizó y ahora todos podemos comparar los resultados.
Es el momento de que los lideres sanitarios actúen sin miedo a presupuestos, sin miedo a auditorías colectivas.
No seré yo quien juzga el actuar de nuestras autoridades nacionales sanitarias, eso se lo dejo a los expertos políticos y a los expertos de Twitter.
Es momento de hacer más de lo que se necesita, porque en salud, las necesidades serán siempre infinitas, con recursos siempre finitos o limitados.
El Covid-19 ha desnudado a la humanidad y a la fragilidad que representa ser individuo de comunidad en un sistema globalizado como el que vivimos.
Más allá de cómo o cuándo, el coronavirus se ha convertido en una pandemia de escala sin registros históricos por la rapidez con la que se ha transmitido y los números a la fecha avalan esa afirmación: más de 80.000 infectados sólo en China y más de 120.000 nuevos casos fuera de ese país en el resto del mundo en las últimas dos semanas.
Concuerdo con epidemiólogos al afirmar que no tiene la letalidad de otros virus, pero el Covid-19 ha demostrado que los sistemas de salud son espectacularmente vulnerables por las capacidades instaladas de atención y aquí haré una simple revisión del control que ejerció China luego de su detección. Las primeras medidas fueron aislamiento, desinfección global, evitar aglomeraciones y prácticamente se crearon ciudades fantasmas para evitar el contacto persona – personas, inclusive con sanciones de por medio a si violaban las reglas impuestas y todo para evitar el contagio y propagación. Al día de hoy, 12 de marzo, China ha dado por superado el pico máximo de transmisiones registrando en Wuhan apenas 15 casos nuevos las últimas 24 horas (tomando en cuenta la replicabilidad del virus).
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Ahora, el tema es que el manejo deficiente de las autoridades sanitarias en países como Italia o España, tenemos ya la medida de lo que no se debe hacer, pero principalmente de lo que se debe ejecutar. Pero mi análisis no está centrado en el informe biomolecular y la capacidad de contagio o las proteínas que altera, sino con el miedo al fracaso.
He visto gerentes de hospitales, tomadores de decisión, líderes de opinión y colegas médicos que han minimizado al Covid-19, diciendo que es “una gripe más”, que hay que lograr que la población siga “su vida normal” y en muchos casos, lamentablemente, los he visto analizar los indicadores financieros de sus unidades de salud en lugar de enfocarse en el problema, que son los pacientes, los familiares, su propio personal sanitario, médicos, enfermeras, la comunidad de influencia geográfica y he visto la carente y lenta respuesta que tienen a un problema que “en números” es algo no visto antes en la humanidad, ni siquiera previsible en comportamiento por epidemiólogos expertos a nivel mundial.
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Es momento de actuar, es momento de sobrerreaccionar en lugar de no hacer nada; es momento de exigir a todo el mundo, o por lo menos a nuestros pacientes, colegas y conocidos que se laven las manos, se aíslen de aglomeraciones y que si sienten algún síntoma como fiebre, dificultad respiratoria o tos se acerquen a los hospitales predestinados para atención.
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