Juan J. Suárez M. Medicina Interna-Hepatología. Profesor principal de Medicina-USFQ
Los Médicos somos seres humanos falibles que nos hemos formado en conocimientos, razonamiento crítico, destrezas, actitudes y valores para enfrentar la enfermedad y anteponernos provisionalmente a la inexorable muerte, incluso pretendiendo en forma fatua evitar la selección natural, constante en la evolución de cualquier especie.
La Medicina
transcurre en el campo amplio de la incertidumbre y solo el trabajo intelectual decidido y perseverante logra discernir entre la confirmación o certidumbre y la exclusión o descarte.
Las Autoridades de Salud y de Justicia con el concurso de los Asambleístas (bastante menos conocedores de la realidad) parecería que no lo han entendido este contexto y últimamente
han legislado agresiva y desproporcionadamente contra la “mala práctica médica y la impunidad”, desde luego cuestionables y no tolerables. La realidad es que los errores acompañan siempre a la propia esencia humana y el personal de salud jamás será ajeno a ello.
¡Nos creen infalibles!
Por tanto, tenemos que entenderlo y asumirlo, buscando siempre minimizarlo y si es que ocurre, en la medida de los posible, que no sea grave o importante, para evitar una complicación y el fallecimiento de un paciente.
¡El error en Medicina existe!
Hay varias causales para explicar el error en nuestro ejercicio profesional. El primero y más importante tiene que ver con la formación del talento humano, del Médico:
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Una formación del Médico graduado inadecuada, incompleta y desactualizada influye. Las Escuelas o Facultades de Medicina, antes politizadas; algunas con masificación histórica en su ingreso; otras en el ámbito privado con tendencia también a la masificación por mayores ingresos económicos; las limitaciones en recursos físicos (aulas, centros de simulación y escenarios de práctica –no nos caracterizamos por haber desarrollado y exigido la creación de “hospitales universitarios”-); las metodologías inadecuadas o desfasadas de instrucción; y un pésimo e injusto reconocimiento al esfuerzo de pensar, crear y enseñar en la actividad docente, son entre otros los factores que repercuten en la calidad de la enseñanza-aprendizaje del Médico y como consecuencia, en el cometimiento de errores.
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Hay ausencia de una formación médica continuada, luego de la graduación de Médico, que no ha sido asumida seriamente ni por las Universidades ni por el Ministerio de Salud, incluso desde los médicos rurales. Solo unos pocos privilegiados, Jefes de Servicios Médicos y líderes de opinión están en periódica actualización por esfuerzo propio o con el apoyo de casas farmacéuticas, que ciertamente son selectivas con ese pequeño grupo de Médicos o escogen y premian a los grandes prescriptores de sus productos, lo que distorsiona claramente el objetivo. Esto, desde luego conspira con la actualización, siempre importante para minimizar errores.
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La anárquica formación en Especialidades Médicas, que nadie discute que son necesarias, pero que no han seguido una planificación racional en relación a la real necesidad de las mismas y que muchas veces se han implementado por las Universidades y Escuelas o Facultades de Medicina para hacer acto de presencia académica en el post-grado o por intereses particulares de algún Jefe de Servicio en la formación de un familiar cercano, son también otra explicación. La duración misma de los diferentes Programas, la calidad de sus rotaciones y el nivel de exigencia insuficiente conspiran en la sólida formación de algunos Médicos Especialistas y conlleva implícito la mayor posibilidad de error.
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La ausencia en la formación en otras o nuevas Especialidades Médicas necesarias e inexistentes en nuestro medio que garantizan la calidad asistencial hospitalaria como: Farmacólogos Clínicos, “Hospitalistas”, entre otros; o el insuficiente número de especialistas para las demandas ambulatorias y hospitalarias como: Médicos Familiares, Internistas, Imagenólogos, Patólogos, entre otros, seguro afectan e influyen en los errores que se puedan cometer por acción u omisión.
Por tanto, ¿son responsables las instituciones formadoras del talento humano, Universidades y Escuelas o Facultades de Medicina?
¡Seguro que si!
Deberían empezar por
incorporar al pensum y curriculum el estudio y análisis del “error en la practica medica”. También por corregir sus deficiencias, participar activamente en la formación continuada y aprender a trabajar coordinadamente con las autoridades de Salud y con las Sociedades Científicas, con el objetivo final de mejorar la calidad profesional y minimizar al máximo el error.