Genética y Ciencia
Miércoles, 05 de septiembre de 2018, a las 17:24
César Paz-y-Miño. Director del Centro de Investigación Genética y Genómica. Universidad UTE.
Como parte del cuestionamiento al glifosato por ser un agente causante de cáncer, específicamente de linfoma No Hodgkin, una importante noticia se produjo hace unos días: un jurado de California, Estados Unidos, condenó a Monsanto, transnacional productora del glifosato, ahora comprada por Bayer, a pagar 289 millones de dólares a una persona que asegura que el cáncer terminal que padece se debe a la exposición al herbicida glifosato. El tribunal consideró que Monsanto no advirtió correctamente del riesgo para la salud que se corría al usar este producto.
Este histórico veredicto ha sido acompañado de varios otros procesos judiciales en Argentina, Brasil, Chile y Europa, aunque la empresa productora niega el daño que produce su herbicida, la Organización Mundial de la Salud lo clasificó en 2015 como probablemente cancerígeno.
Solo en Estados Unidos se han vertido 220 millones de libras de glifosato, según un escalofriante estudio del New York Times que revela la serie de manejos e intríngulis que los productores, agencias de control y acreditación, científicos y productores, han impulsado con la finalidad de hacer más compleja e inentendible la situación de inseguridad de salud que produce el glifosato.
Una de las armas que ha usado el productor del glifosato para defender su uso, es la incertidumbre. Este principio se trae a colación en muchos conflictos de exposición a tóxicos de los genes y se refiere sobre la ausencia o contradicción de resultados de investigaciones sobre un tema; por lo tanto, al no haber consenso sobre el producto cuestionado (glifosato), se lo sigue produciendo y utilizando.
Los productores de glifosato afirman que más de 800 investigaciones científicas no muestran el daño del que se acusa al glifosato. Por otro lado, existe un número mayor de resultados de investigaciones que afirman que el glifosato es tóxico de los genes y, por tanto, está asociado al origen de cáncer. Dentro de estos estudios están los generados por el grupo de trabajo que dirijo y que durante años hemos evaluado y seguido los efectos del glifosato en las personas expuestas.
Nuestros estudios muestran que las personas expuestas al glifosato, al menos en una particular manera e inédita en el mundo que es la aspersión aérea, en una concentración antitécnica de 26 a 46 por ciento, causa daño en los cromosomas, específicamente roturas de cromosomas y fragmentación del ADN, lo cual produce inestabilidad del funcionamiento de los genes relacionados al cáncer o llamados oncogenes.
En el linfoma No Hodgkin se manifiestan una variedad de fallos cromosómicos, pérdidas de material genético y transposición de genes que involucran principalmente a los genes BCL2, BCL6, MYC, ALK, MALT1, entre otros, lo que explicaría que sus mutaciones controlen el origen y la progresión de éste cáncer de sangre o del tejido linfático.
Los estudios que realizamos con población expuesta a las aspersiones aéreas con glifosato, mostraron que las personas manifiestan un incremento en el daño de su material genético hasta el 26 por ciento frente a individuos controles no expuestos que solo tienen un daño de cromosomas de 4 por ciento. Por otro lado, genes que ayudan a reparar el daño producto de agentes tóxicos del ADN también presentan alteraciones en estos individuos, por lo que es legítimo postular que la relación entre glifosato y producción de cáncer es certera. Así lo consideran también otros estudios, la OMS, la Agencia de evaluación de riesgo de cáncer, entre otras.
Se conoce que un 10 por ciento de individuos expuestos al tóxico de genes desarrolla un cáncer. Un 5 por ciento presenta pérdidas de embarazos por malformaciones y un 3 por ciento se asocia a infertilidad.
Estas evidencias han servido de respaldo para que la Organización Mundial de la Salud, con el apoyo de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, reclasifique al producto glifosato, colocándolo en categoría 2A, es decir probablemente cancerígeno para humanos, por producir daños en el ADN y los cromosomas, a más de encontrar una relación directa del herbicida con el cáncer del sistema linfático (Linfoma Hodgking y No Hodkin) y con cánceres en animales. Adicionalmente, las investigaciones asocian el glifosato con unas 22 enfermedades como hipertensión, accidente cerebrovascular, diabetes, trastorno de metabolismo de las lipoproteínas, esclerosis múltiple, hepatitis, enfermedad renal aguda y crónica, cánceres de tiroides, hígado, vejiga, páncreas, riñón, leucemias.
Estos datos refuerzan la postura de que el glifosato es realmente un problema para la salud y debe ser regulado, controlado y limitado su uso. El caso juzgado en Estados Unidos es solo una muestra del rescate del derecho a vivir en ambientes sanos y saludables y a no estar expuesto, voluntaria o involuntariamente, a agentes que mutan el material genético de las personas.
MÁS ARTÍCULOS