Mi opinión
El sistema de salud en el Ecuador: Un análisis crítico (3ra parte)
Lunes, 23 de diciembre de 2019, a las 13:19
* Juan J. Suárez M. Medicina Interna-Hepatología. Profesor principal de Medicina-USFQ
¿Podríamos adoptar y adaptar un nuevo Sistema de Salud, quizás el español?
Analicemos y comparemos un sistema de salud considerado exitoso, uno de los mejores del mundo, con algunas similitudes, pero también con diferencias y desde luego mucho más avanzado, como es el español. Me permito sugerir éste porque me formé en él y algo conozco del mismo a través de los años de actualización en ese país en diversas instituciones. Veamos, cuál es su estructura:
España tiene un Sistema Público de Salud basado también en la atención ambulatoria con énfasis en la Atención Primaria en Salud ejecutada en pueblos pequeños, comarcas aisladas y ciudades, donde el equipo lo suelen conformar: Médicos Familiares, Enfermeras, Obstetras o comadronas y en caso necesario incluso Pediatras.
En ciudades pequeñas, medianas a grandes se disponen de hospitales de mayor complejidad, de la Seguridad Social, muy bien equipados, con casi todas o todas las especialidades médicas (recurso humano suficiente), dependiendo de las necesidades de cada centro o unidad asistencial en clara relación y planificación con la población a servir. Este sistema de protección en salud cubre casi al 100 por ciento de la población e incluye a todos los miembros de la familia, a los ciudadanos ampliados de la Unión Europea e incluso a cualquier extranjero que requiera atención emergente.
Por la existencia de un régimen de Autonomías, hay además un segundo Sistema Público de Salud paralelo que corresponde a la instituciones Forales o Autonómicas, con hospitales igualmente completos y muy bien equipados, que apoyan y complementan la oferta en salud.
Hay también, un tercer Sistema de Salud Privado, menos extensivo, con hospitales y clínicas, de calidad también acreditada, de diversa complejidad y envergadura, que atienden a personas con seguros médicos privados o a personas con capacidad de pago, que acceden al mismo. Éstos, en forma diáfana y lógica establecen conciertos o convenios con el Sistema Publico, para la atención médica programada, en áreas donde el estado no pueda cubrir la demanda o cuando las atenciones sean tan complejas y especializadas, que su implementación y mantenimiento se consideran muy onerosas para el Sistema Público (¡eficiencia y sentido común!).
El Sistema de Salud de España no tienen problemas en abastecimiento completo, actualizado y oportuno de insumos, exámenes o medicamentos, si bien en algunos casos se han establecido restricciones o copagos puntuales, relacionados con períodos de crisis y/o eficiencia económica.
Todo este sistema progresivo de salud está sólidamente dirigido a la docencia y formación de recursos humanos, donde los médicos egresados obtienen una plaza para su formación, luego de una calificación y acreditación revisable del centro y servicio de especialidad, donde son remunerados durante su formación por su labor asistencia y guardias que realizan y donde obtienen un título que acredita su formación, que es respetable y que garantiza su idoneidad profesional.
Como nada es absoluto ni perfecto, aún en el Sistema de Salud español existen problemas a considerar y corregir:
La casi real y total gratuidad de la atención medica promueve el abuso de los usuarios que sobrecarga al sistema y no justiprecian lo que reciben. Hay voces que opinan, y quizás no les falte razón, que algo, aunque sea mínimo, debería pagar el usuario para que aprecie el servicio y restrinja la demanda innecesaria.
La reciente atención médica defensiva, que ha crecido (mucho menos que en Norteamérica), con solicitud en exceso y desperdicio de recursos de exámenes de confirmación diagnóstica y en tratamientos sintomáticos o específicos innecesarios, ha aumentado los gastos sanitarios y ha vuelto menos eficiente y quizás sostenible al modelo.
La demanda de consultas y procedimiento hospitalarios, los tiempos de espera para las mismas y procedimientos de diagnóstico y tratamiento se ha incrementado y ha dejado de ser ideal y quizás se relacionen con las consideraciones previas anotadas. No es un problema de fácil solución, peor en época de restricciones económicas.
Como podemos concluir, hay varias coincidencias y otras grandes diferencias de las que podríamos aprender, si comparamos nuestro sistema con el español u otro.
Deberíamos entonces, realizar una nueva planificación y estructurar un nuevo y nuestro propio Sistema de Salud, primero con visión política y luego con cambio de decisiones, algunas no tan complejas y que podrían ser más inmediatas y otras que requerirían más tiempo.
Lo verdaderamente imprescindible es que reconozcamos que nuestro Sistema de Salud es un caos, probablemente mezcla de muchas ideas y modelos, seguro que cargadas de buena intención, pero que le vuelven inadecuado, injusto, ineficiente, ineficaz e inefectivo.
Que seamos además conscientes, de que debe y puede mejorar el Sistema de Salud de nuestro país con el aporte y trabajo multidisciplinario de varios actores: los profesionales de la salud a la cabeza, la academia, las universidades y los políticos. Sería un gran servicio a la Patria y a las futuras generaciones.
¿Qué esperamos para acometer los cambios aún en esta actual crisis económica?
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