Medicina 3.0
La calidad médica y el valor de la salud
Lunes, 07 de noviembre de 2016, a las 15:48
* Dr. David Cabrera Vásconez, especialista en Administración de Salud y Seguros
En los servicios sanitarios del Ecuador, tanto en instituciones públicas o privadas, ambulatorias u hospitalarias con frecuencia ocurre el fenómeno de hacer las cosas “a mi manera, ya que hacerlo así siempre da buenos resultados”. El problema empieza cuando lo que se debe hacer tiene o puede tener efectos sobre los pacientes.
Hablar de calidad médica resulta complejo por lo que es importante abordar el tema desde el punto de vista de la medición de indicadores (pragmatismo), entendiendo que todo lo que se hace puede y debe ser medido para que sus resultados produzcan mejoras en la atención.
En los servicios sanitarios todo puede ser medido, desde la historia clínica, el número de eventos centinela, el costo por receta de un centro ambulatorio, el número de diagnósticos por consulta de un médico particular, el número de insumos usados en una cirugía, etcétera y lo interesante de esto es que esos resultados pueden ser comparados con otros centros ambulatorios y hospitalarios a nivel nacional e internacional para generar estándares de desempeño local del centro que los está realizando.
Sin duda y como conocerán, la mayoría de instituciones de salud a nivel nacional carecen de estas métricas, por lo que su enfoque está orientado a la “satisfacción del paciente”, lo cual en la mayoría de ocasiones se mide a través de una encuesta de satisfacción (paradigma en servicios de salud). Algunas instituciones que tienen y mantienen métricas internacionales por el tipo de acreditación, mejoran su desempeño cuando están a puertas de una auditoría o cuando están en ese proceso y luego vuelven a “aflojar” las riendas del control, lo cual no es sostenible en términos del sistema.
Gran parte de los entregables finales de salud en establecimientos públicos y privados dependen directamente de su cultura organizacional. Así, en organizaciones donde se prioriza el ingreso económico por sobre la prestación, ocurrirán problemas de atención del personal de servicio, enfermeras e inclusive médicos, favoreciendo el aparecimiento de incentivos negativos (p. ej.: prescripción de un fármaco nuevo o más exámenes de laboratorio que los necesarios para el diagnóstico).
En culturas organizacionales donde lo fundamental es el servicio y satisfacción del paciente enfocado en la reconstitución de su salud en términos de costo efectividad, los resultados son satisfacción de la población atendida, pacientes contentos, curados (o en proceso) y generación de vinculación de largo plazo con la institución que lo atendió. En este punto varios autores y gestores de calidad médica a nivel mundial como Provonost o Ellen Zane están de acuerdo en que el contexto en el cual se entrega la salud depende del rol de la cultura e instan a las instituciones de salud a medir los conocimientos de las personas que están en contacto con el paciente, que generen indicadores de salud internos y que los externos puedan ser comparados con los de otros hospitales o centros ambulatorios.
El impacto de tener protocolos médicos, una cultura de atención y servicio orientada al paciente, indicadores y auditorías de calidad internas y externas, son la base del cambio estructural que definirá la preferencia del paciente cuando requiera una prestación de salud.
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