Genética y Ciencia
Las instituciones nacionales vs. la investigación ecuatoriana
Miércoles, 27 de febrero de 2019, a las 17:23
* César Paz-y-Miño. Director del Centro de Investigación Genética y Genómica de la Universidad UTE
El Colegio Médico del Azuay por el día del Médico organizó una mesa redonda para discutir los aspectos ético de la investigación biomédica, y dentro de estos la función del ente regulador de la salud nacional y el papel de las instituciones públicas en la investigación. En mi participación, abordé la problemática que enfrentamos los investigadores en la aprobación de los proyectos de investigación, en la mesa redonda referida, también me introduje en la problemática de las instituciones potencialmente colaboradoras, que son un nuevo obstáculo para el desarrollo de la ciencia ecuatoriana.
Con este antecedente, en esta oportunidad llamo la atención sobre un fenómeno insólito que retrasa y a veces detiene la investigación ecuatoriana, y es el sistema interno burocrático de las instituciones nacionales a las cuales los investigadores acuden a pedir colaboración investigativa.
Al revisar las cifras de producción ecuatoriana en ciencia hasta el 2019 el país representa el 0,11 por ciento de la producción mundial de artículos científicos, y el 2,27 por ciento de la producción latinoamericana. Esto significa que producimos poca ciencia. Tratando de encontrar las razones para esta baja producción entre ellas están las que destacaré en este artículo.
Los investigadores diseñamos un plan de trabajo, lo ponemos en papel: título, objetivos, metodología, resultados esperados, ejecutores, costos y otros datos específicos por proyecto. Esto se presenta a una institución pública o privada, aquí empieza el drama.
Partes de que se plantea un proyecto que beneficia a la institución de varias maneras. Normalmente los estudios que hacemos los investigadores no los hacen las instituciones, porque su finalidad es diferente. Esto no les justifica el no hacer investigación, pero podría ser entendible por la organización legal de este país. Por ejemplo, un hospital solo debe prestar servicios de salud, el tiempo de dedicación de los médicos y colaboradores, es para atención y no para investigación. Con sueldos limitados, las personas buscan otros ingresos, reduciendo su producción científica. No tienen tiempo para escribir, y a lo sumo lo tienen para leer y actualizarse.
En este panorama reciben una propuesta que involucra tecnología diferente o inexistente en la institución, además que no cuentan con el personal capacitado en la investigación específica que se plantea. Se nos solicita que se envíe la propuesta en el formulario que han diseñado para estos casos y nos dicen lo típico: “nosotros lo llamaremos, no nos llame”. Jamás ocurre la llamada. Pero animados a investigar y beneficiar a los pacientes por ejemplo, insistimos un mes, dos, cinco, diez. No hay respuesta.
Incluso esta costumbre que no entendemos de dónde parte, involucra la ética. Lo hemos vivido, recibimos respuesta, pero negando la propuesta, y semanas más tarde, vemos alucinados, como la institución base pide a su personal que realice el trabajo propuesto. Es muy fácil esto, ya que los formularios que piden llenar exigen la metodología completa. Por fortuna, no logran desarrollar toda la idea ajena, ya que no cuentan con la capacidad del personal ni tecnológica. Esta práctica se convierte en un peligro.
Cuando la institución entiende sus necesidades y desea colaborar, nos enfrentamos a otro obstáculo. Pese a tener aprobación por un comité de ética de investigación en seres humanos reconocido por el Ministerio de Salud, por ejemplo, los directivos nos piden la aprobación de su propio comité de ética, incluso aunque no esté aprobado ni registrado en los organismos competentes. Proyectos observacionales, retrospectivos, prospectivos, son cuestionados casi sistemáticamente. Supongo que es porque al no tener la estructura de investigación, prefieren ahuyentar a los investigadores y no comprometerse.
Anotaba que los beneficios institucionales de apoyar sin obstáculos a la investigación son varios. Un hospital tendría investigación, su nombre saldría en las publicaciones, pero lo más importante, los pacientes se beneficiarían de pruebas que la institución no las realiza. Los resultados de las investigaciones enriquecen el conocimiento general, apoya a la comprensión de las enfermedades, mejoran tratamientos, se hace evidente de mejor manera las respuestas a fármacos, no les cuestan los exámenes y muchos más beneficios personales, familiares y sociales. Pero eso lo entendemos los investigadores, pero no los directivos de las instituciones. Ponen tantas trabas que es preferible no asociarse a ellos. Justo por eso la producción nacional en ciencia está como está.
Cuando se trata de acceso a recursos genéticos, el desastre es peor. Estudio de flora y fauna que debería ser el eje conductor del Ecuador, es obstaculizado a cada paso por regulaciones que consideran a los investigadores saqueadores y biopiratas. Son justamente las instituciones las que deben buscar investigar la variedad de especies ecuatorianas, entenderlas, encontrar genes e insumos propios que permitan al país resolver problemas de salud, ambiente, aguas, etc. En un país racional, los organismos gubernamentales y privados buscan a los investigadores para que resuelvan los problemas productivos y científicos, pero aquí no.
Como en este medio pensamos al revés, los investigadores debemos rogar a las instituciones que nos permitan investigar, mientras que en los países racionales, son justamente las instituciones las que buscan a los investigadores para que les apoyen buscando soluciones científicas. Es insólito, que un problema de salud que podría ser mejor entendido con investigación, no sea prioridad para las instituciones y esperen que los investigadores los busquen para desalentarlos. Deberían estar desesperados por ofrecerse como institución base de una investigación. Triste pero real.
Quizá este artículo produzca al menos un cuestionamiento a este sistema casi inepto de avance en ciencia, y quizá sensibilice a más de una institución o a sus directivos, para que apoyen a la investigación nacional y no sean un obstáculo.
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