Genética y Ciencia
Origen genético de los ecuatorianos: Ni racismo, ni determinismo
Martes, 13 de agosto de 2019, a las 16:45
* César Paz y Miño. Director del Centro de Investigación Genética y Genómica de la Universidad UTE
En mi artículo anterior sobre el origen genético de los ecuatorianos, hice referencia a los porcentajes de información genética “no esencial”, que tenemos, y con los cuales podemos compararnos, así como trazar un mapa genético del origen de nuestra población y de nuestros ancestros. Resumiendo los hallazgos de la información genética y cotejándolos con los tres grupos más representativos étnico-genéticos: nativo americanos, europeos (caucasoides) y afrodescendientes, los ecuatorianos somos una población cruzada de origen triple (trihíbrida).
El artículo mencionado generó una curiosa discusión con algunos lectores y deseo enrumbar la temática. Durante siglos hemos manejado e incluso aceptado que los humanos tenemos razas. ¡Esto es falso! Existe una sola raza: la humana, y todos pertenecemos a ella. No existen individuos mejores o peores genéticamente hablando, lo que sí existe son variantes del ADN de porciones no esenciales, que se acumulan en grupos poblacionales diversos y que, al rastrearlas y compararlas entre sí, asociándolas a un origen, con lo cual se puede elaborar mapas genéticos de la población.
Es clave entender que las variantes genéticas, que nos permiten caracterizar poblaciones, no proporcionan mejores características a las personas o poblaciones; son variantes no esenciales, incluso no son genes verdaderamente, sino porciones de ADN. Aunque dentro de los genes humanos existen también variantes más o menos frecuentes.
Clasificar a las personas en razas, sería un sacrilegio científico, ya que las características que se utilizan son artificiales y al mismo tiempo muy variables. Por ejemplo, el color de la piel, que es el más utilizado en el argumento de las razas, trae un conflicto, pues existen al menos 230 colores de piel. Entonces, no es útil, aunque por supuesto que sí existe diferencia al comparar los extremos blanco y negro, pero eso no significa nada en términos de eficiencia biológica. Algo igual pasa con la talla, el peso, la forma de la cabeza, la forma de la nariz, orejas, o cualquier otra característica atribuida a la raza. A lo sumo, las variantes, podrían determinar más o menos aptitudes en ciertos desempeños individuales, o podrían tener que ver con riesgos de adquirir ciertas enfermedades, pero nada más. No le hacen a una persona más o menos inteligente, rico o pobre, etc.
Profundicemos un poco más. El color de la piel tiene que ver con la cantidad de melanina que producen las células, esta es producida por al menos dos genes, que son los mismos genes en todos los humanos, solamente que en unos hay mayor secreción de melanina y en otros menos. La piel más negra protege mejor de los rayos ultravioleta, pero no se puede tener 100 por ciento de melanina, porque no se tendría vitamina D y padecerían de raquitismo, por tanto hay un juego entre el color de la piel, la melanina y la vitamina D. Pero curiosamente, si reciben mucho sol, las personas más blancas, con poca melanina, hacen cáncer. La pregunta lógica entonces es: ¿Qué es mejor: tener piel negra y protegerse del sol y tener riesgo de raquitismo, o tener piel blanca y hacer cáncer de piel? Donde no hay sol la piel se aclara para obtener mayor disponibilidad de vitamina D y para que no aparezca raquitismo. Esta dualidad se originó en el proceso evolutivo.
La diversidad genética es una realidad, es medible, es comparable, pero solo tiene sentido si la correlacionamos con algún factor específico; así: predisposición a enfermarse, resistencia a enfermedades, mayor o menor período de vida, mejor o peor respuesta a tratamientos, toxicidad mayor o menor a fármacos o químicos, respuesta a vacunas, resistencia a infecciones, entre otras. Las poblaciones, según su composición genética no esencial, presentan diferencias.
Al observar poblaciones del mundo encontramos variantes muy interesantes. Hay poblaciones que resisten mejor al frío porque tienen genes de resistencia es decir, genes de metabolismo más alto, por tanto mayor temperatura corporal. Hay poblaciones que se alimentan solo de proteínas y no tienen los problemas patológicos presentes en otras poblaciones que ingieren escasas cantidades de proteínas. Hay poblaciones que se adaptan mejor a la altura (tibetanos) por tener un gen que hace de su hemoglobina más apta para captar oxígeno y generar más vasos sanguíneos, mientras los andinos no tienen esta característica y se adaptan a la altura produciendo más glóbulos rojos, lo cual les proporciona mayor riesgo cardiopulmonar. La población afro tiene más anemia de células en forma de media luna, pero eso no impide que en otras partes del mundo también se tenga esta enfermedad; lo que varía es la frecuencia. Los ecuatorianos tenemos avidez por los sabores umami, salado y dulce, lo que nos determina riesgos de diabetes. Somos más o menos tolerantes a la leche, según tengamos más o menos genes europeos; mientras más genes amerindios menos tolerantes, y así muchas características que se presentan en diferentes grupos poblacionales y con similares orígenes; sin embargo, jamás esto significa superioridad o inferioridad. Los datos históricos y económicos dan cuenta de la organización social de la humanidad, y esta no es por genes; es por herencia cultural e histórica del poder. No hay esclavitud o prepotencia por genes.
Aceptar las razas como principio biológico infalible sería un determinismo genético absurdo, y el determinismo genético fue superado hace mucho. Hay rezagos de la influencia de Darwin y sus postulados de superioridad y adaptación del más fuerte, lo que se llama “social darwinismo”, pero este está cuestionado por muchos hallazgos. Justamente la variabilidad genética tan diversa, en que se muestra que unas poblaciones son más adaptadas para unas cuestiones en detrimento de otras o viceversa, es lo que destruye los conceptos biologistas puros, el determinismo y el social darwinismo. Al final de cuentas solo somos homínidos con los mismos genes, con variantes genéticas no esenciales y pertenecemos a la única raza: la humana.
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