Mi opinión
Reflexiones generales sobre la pandemia en Ecuador
Viernes, 15 de mayo de 2020, a las 16:12
* Juan J. Suárez M. Medicina Interna-Hepatología. Profesor principal de Medicina-USFQ
¡Ojalá podamos aprender y mejorar de esta experiencia!
He dejado pasar prudentemente todo este tiempo desde el anterior artículo, cuando comenzaba este drama médico, humano, social y económico.
Como advertí entonces, el manejo inicial desastroso finalmente se llevó por delante a la exministra de Salud. El actual Ministro de Salud ha asumido el reto (“una papa caliente”) al parecer sin el poder que debían haberle dado, por él exigido, o por que ha preferido mantener un perfil medio (?). Otros, el Vicepresidente, la ministra de Gobierno y la exdirectora General de la Secretaría de Gestión de Riesgos asumieron el rol predominante y han tenido el mayor peso en la comunicación oficial, ninguno de ellos con dominio técnico-científico, aunque supongo rodeados de asesores (interés político?).
Hoy podemos asegurar que la contención inicial de los dos casos, aparentemente primarios, fue incompleta, mal llevada y fallida, sino, por qué la pandemia explotó en Guayas, los Ríos y Pichincha. Recordemos que cuando como una de las medidas iniciales se suspendieron los vuelos internacionales, lo hicieron de China, Italia, Irán, pero no de los procedentes de España, EEUU y otros países europeos, sabiendo la cantidad de migrantes y el turismo procedente de esos países, además con distintas conexiones (recordemos que la primera paciente fue una ecuatoriana procedente de España y el segundo un turista holandés).
El manejo dantesco de los fallecidos y cadáveres en Guayaquil fue inconcebible, se regó como pólvora por el periodismo sensacionalista, salió de nuestras fronteras, se expandió al mundo y dio una imagen muy mala de nuestro país. Eso se debió manejar con previsión y prestancia encargando a las fuerzas armadas, como luego se lo hiciera.
La indisciplina de la población en cumplir el aislamiento en Guayaquil y en barrios urbanos periféricos del norte y sur de Quito, en especial en los mercados y en las ventas informales, se debió manejar desde el inicio, respetando los derechos humanitarios, con mayor rigidez y nuevamente con la fuerza pública. También es cierto, que impedir la movilidad y el sustento diario con la inmovilización generalizada agudizó el problema social y económico. Además hay que reconocer que en la costa y oriente, un clima caluroso y húmedo, el hacinamiento familiar, la co-existencia con el Dengue, la falta de educación y disciplina y el apoyo oportuno y lo suficientemente extenso de la población vulnerable con alimentos e insumos de subsistencia, también han contribuido en la falta de acatamiento. Por otra parte, la viveza criolla y la “sapada” latinoamericana han florecido con el mal acatamiento de la restricción vehicular y abuso de salvoconductos.
Como siempre, nuestro país y sus autoridades se caracterizan por la creación de muchas normas y protocolos, pero sin la adecuada y suficiente aplicación y control o la actitud pusilánime de los que deben ejecutarla. No se ve una actitud estricta y ejemplar de policías nacionales y municipales en sus funciones de control, lo hacen en forma aleatoria y a veces displicente.
La labor profesional del personal de salud, de médicos, enfermeras y auxiliares ha sido resaltada a nivel mundial, han sido con derecho considerados los verdaderos héroes del momento y aplaudidos todos los días. En nuestro país no han sido la excepción y merecen una felicitación. Por contraste, es inaceptable la contaminación, afectación y fallecimiento de un número muy significativo de profesionales, y también de policías, militares y bomberos, que solo puede explicarse por la escasez, retardo y falta de suministro de insumos de protección. Faltó previsión sin duda y celeridad en la adquisición y el abastecimiento oportuno, aunque haya influido la especulación internacional (¿por qué la respuesta estatal siempre llega tarde y mal?).
El manejo y divulgación de la información de cuidados preventivos por radio, prensa escrita, televisión y redes sociales, me parece que ha sido una fortaleza en esta pandemia. Se han sumado también entidades privadas. Sigue preocupando el moderado y a veces escaso calado que ha tenido en ciertos estratos de la población. Es muy probable que el acceso a todos estos medios sea escaso y que haya que implementar a futuro otros medios (¿megafonía barrial u hojas volantes?).
Hay que aplaudir la actitud de las Universidades y ciertas entidades privadas que se volcaron a apoyar con éxito en la elaboración artesanal de mascarillas, equipos de protección e investigación, con estudios del genoma del virus, construcción de prototipos de respiradores y asesoría técnica a las autoridades de salud. Como paradoja, en un ajuste económico general necesario, se reducen los presupuestos de la educación universitaria (?).
Si tendríamos que resaltar otro hecho positivo, es que esta pandemia ha provocado la solidaridad social, potenciado el teletrabajo, la educación con recursos telemáticos y espero que la conciencia necesaria social de la importancia de un sistema público de salud y educación fuertes, modernos y eficientes, preparados para circunstancias como estas, que se podrán repetir a futuro.
La información estadística transparente, oportuna y veraz de las cifras de infectados, recuperados y fallecidos ha sido criticable, con cambios de cifras, en estos últimos días al descenso, con reconocimiento de inconsistencia en los reportes seccionales y contabilidad confusa. Hay que reconocer que esto también ha sucedido en otros países, incluso europeos y muy desarrollados. Pero sigue llamando la atención el reporte de casos sospechosos rezagados y posibles infectados no confirmados, por falta de pruebas o agilidad en las mismas. La centralización inicial de centros diagnósticos estatales seguro conspiró.
Ha quedado meridianamente claro, que la automedicación y el expendio libre por las farmacias, incluso de supuestos tratamientos sin confirmación, hace necesario regular en forma estricta y definitiva la venta de todo medicamento con receta.
Nuevamente la reparación y habilitación urgente de respiradores dañados pone en evidencia la falta de una política de mantenimiento constante. Se prefiere comprar nuevos equipos antes que presupuestar para mantenimiento y reparación.
La especulación con algunos insumos médicos a nivel internacional y nacional (ejemplo mascarillas) ha sido lamentable. Siempre existen personas y empresas que quieren lucrar en estas épocas de crisis. Deberían ser denunciados, perseguidos y castigados con todo el peso de la ley.
Aún peor, ha sido la miserable actuación de personas, autoridades nacionales, incluso de unidades de salud, supongo que tentadas por malos proveedores, para que cometan actos deliberados de corrupción con contratos, ciertamente urgentes, y que quieran enriquecerse de esta tragedia humana. Ojalá en esta vez las investigaciones sean ágiles y la justicia actúe con celeridad y contundencia. Esto es simplemente inaceptable y vergonzoso. ¡Ojalá podamos aprender y mejorar de esta experiencia!
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