Redacción. Quito
Las apuestas deportivas son un pasatiempo y, en realidad, nunca deberían dejar de serlo. No están pensadas
para ser una fuente de ingresos regular y, desde luego, nunca deberíamos permitir que se conviertan en un problema.
Para ello, lo mejor es evitar ciertos comportamientos que, según los expertos en
apuestas deportivas, suelen introducir al usuario en una dinámica de más y más grandes apuestas. Todos estos procesos demuestran que la racionalidad humana solo llega hasta cierto punto y se debe asumir que, en las apuestas deportivas, es fácil que se imponga la parte más irracional del cerebro. A continuación hablamos de dichos comportamientos:
La falacia del jugador
La falacia del jugador es un clásico en los casinos, pero lo cierto es que también aplica a las apuestas deportivas.
Tras una mala racha, muchos usuarios piensan que
es más improbable volver a fallar. Dicho de otro modo ¿Qué probabilidades hay de volver a fallar tras 5, 10, 15 o 20 fallos seguidos? En la mente del jugador muy pocas, pero en la realidad, las mismas que si no se hubiera fallado porque las probabilidades pasadas no afectan a las futuras, al menos, en los juegos de azar.
Este pensamiento erróneo, hace que muchos usuarios apuesten montos más y más grandes cuando fallan. Un comportamiento muy peligroso.
La obsesión por no ser un perdedor
Psicológicamente es difícil
aceptar que ha habido una equivocación y las pérdidas de las apuestas deportivas es lo que lo recuerda.
Por eso, cuando se ha perdido dinero, se tiende a
apostar montos más altos. Además esto hace sinergia con la falacia del jugador, de modo que la tentación de apostar a lo grande es también enorme.
Uno de los mejores consejos que se puede dar a un jugador es que
nunca apueste pensando en pérdidas anteriores “para compensar”. En el momento en que se dé cuenta de que se está haciendo esto, hay que parar de apostar y asumir las pérdidas. Lo mejor: no volver a apostar hasta que se haya dejado de pensar en esas pérdidas.
No tener un límite de tiempo
Es comúnmente sabido que los casinos físicos tratan de evitar que el usuario pueda ver por las ventanas el estado del cielo. De esta manera,
se pierde la noción del tiempo y se apuesta sin reflexionar, de una manera casi automática.
Con las apuestas deportivas, hay que
luchar contra los elementos y el celular dirá cuánto tiempo se lleva apostando. Sin embargo, es buena idea ponerse un límite y no permitirse a sí mismo sobrepasarlo. Este control mental, incluso aunque en ese día no se haya apostado mucho, ayuda a saber parar y entrena para tener una disciplina que evite llegar a comportamientos irresponsables.
Las apuestas no son una solución
Sin importar cuál sea el problema,
está demostrado que empezar a apostar por diversión tiene menos riesgo de desarrollar una adicción que empezar a apostar para “escapar de estados de ánimo aversivos y evidenciar habilidades deficientes para enfrentar el estrés y resolver problemas, antecedentes familiares problemáticos y eventos traumáticos de la vida” (Lia Nower, Alex Blaszczynski, Wen Li Anthony, 2021).
En otras palabras, las apuestas deportivas
solo pueden solucionar un problema: el aburrimiento; y siempre en cierta medida y haciéndolo de forma razonable. Por tanto, se debe evitar apostar por cualquier otra razón que no sea divertirse.
Teniendo en cuenta estos consejos, se puede apostar de forma sana y divertida.