Edición Médica

Para reducir los daños asociados con el consumo de cigarrillos se debe evitar la iniciación en el hábito de fumar.

Redacción. Quito
El consumo de cigarrillo causa una serie de enfermedades graves, incluidas las enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), entre otras; se atribuyen casi 6 millones de muertes anuales al humo de tabaco.
 
Dejar de fumar es claramente la estrategia más eficaz para que los fumadores reduzcan su riesgo de daños y enfermedades. Durante muchas décadas, las principales estrategias para reducir los daños asociados con el consumo de cigarrillos se han centrado en evitar la iniciación en el hábito de fumar (prevención) y en promover el abandono de este (cesación). A pesar de los importantes avances realizados en la reducción de la prevalencia del consumo de cigarrillos desde la década de los 80´s, en todo el mundo casi 1.000 millones de adultos siguen fumando. 
 
¿Por qué aún persisten tantos millones de fumadores en el mundo? Organizaciones como el Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) mencionan dos causas principales de las cuales se desprenden otras causas que deben considerarse.     
 
La primera causa es porque el cerebro de los fumadores que están dejando el hábito de fumar tiene que acostumbrarse a estar sin nicotina; la nicotina es adictiva y por lo tanto hace que sea difícil dejar de fumar. La nicotina a través de los cigarrillos llega al cerebro rápidamente y genera dopamina.
 
Una vez la nicotina llega al cerebro, desencadena la liberación de sustancias químicas que hacen sentir bien a quien fuma; debido a que el consumo crónico y sostenido de nicotina estimula partes del cerebro una y, otra vez, el cerebro se acostumbra al consumo de nicotina. Con el tiempo, la nicotina cambia la forma en que funciona el cerebro del fumador y le da la sensación de que necesita nicotina tan solo para sentirse bien.
 
Cuando dejan de fumar, el cerebro de los fumadores se vuelve irritable. El resultado es que, durante el proceso de dejar el hábito de fumar, las personas se pueden sentir ansiosas o molestas, podría costarles concentrarse o dormir, tener fuertes ansias de fumar o simplemente sentirse incómodos en general. Estas sensaciones se llaman síntomas de abstinencia.
 
Más del 80 por ciento de los fumadores experimentarán síntomas de abstinencia de nicotina. Los peores síntomas físicos ocurren dentro de 2-3 días de dejar el cigarrillo y la mayoría han pasado después de 10 a 14 días, pero pueden durar hasta 4 semanas una vez se ha dejado de fumar, a medida que el cerebro se acostumbra a estar sin nicotina.
 
Algunas estrategias para dejar de fumar contienen nicotina y se conoce como terapia de reemplazo con Nicotina. Esto les brinda a los fumadores una forma de acostumbrar al cerebro a mantener una dosis de nicotina que paulatinamente se va a ir disminuyendo sin tener el efecto nocivo del humo del cigarrillo. Si las personas no están usando farmacoterapia, entonces se pueden usar estrategias cognitivas y conductuales para ayudar en la etapa temprana del intento de dejar de fumar.
 
Una gran razón está asociada con las rutinas diarias, las mismas que pueden ayudar o dificultar en dejar el hábito de fumar. El día a día de los fumadores está lleno de rutinas que se asocian a fumar. Cuando las personas dejan de fumar, pueden costarles hacer estas mismas rutinas sin un cigarrillo en la mano. El hábito de fumar es tanto una adicción a la nicotina como un hábito condicionado desencadenado por varias señales ambientales. 
 
Muchas personas relacionan el cigarrillo con las cosas que hacen a lo largo del día, como tomarse descansos, tomar una taza de café, terminar la comida, hablar con amigos o hablar por teléfono. Estas actividades se llaman desencadenantes.
 
El estado de ánimo también puede desencadenar las ansias de fumar
 
La recaída es una característica común del proceso de dejar de fumar y la mayoría de los fumadores han intentado y recaído 3-4 veces antes de convertirse finalmente en exfumadores exitosos. Se debe alentar a los fumadores a ver cada intento de dejar de fumar como una experiencia de aprendizaje (no un fracaso) que aumenta las posibilidades de éxito la próxima vez. Es importante averiguar por qué recayeron y explorar formas de hacer frente a esa situación en el futuro
 
En este marco, es importante detenernos nuevamente para mencionar que las estrategias utilizadas hasta ahora para disminuir el número de fumadores en el mundo: prevención y cesación son oportunas. Sin embargo, ¿qué ocurre con los 1.000 millones de fumadores que lo seguirán haciendo? 
 
Como respuesta a ello ha emergido una nueva oportunidad para reducir el daño de los productos de tabaco de combustión, con base en cambiar a los consumidores a productos menos nocivos que tengan niveles significativamente menores de componentes tóxicos y nocivos en comparación con fumar cigarrillos. Este enfoque, conocido como Reducción del Daño del Tabaco, ha ganado rápidamente el apoyo de un amplio rango de partes interesadas, incluyendo organizaciones de salud pública, profesionales de la salud y reguladores en varios países (Reino Unido, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Grecia, Japón, Filipinas, República Checa, Suecia y en nuestra región Uruguay) para complementar las estrategias existentes para reducir la prevalencia de fumadores.
 
Entre Itabsa y Edición Médica existen acuerdos comerciales para esta publicación.
 

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