Edición Médica

Roberto Sempértegui, Aracely Lugmaña, Víctor Arauz y Magdalena Alcócer, autores del estudio.

Redacción. Quito
La Sociedad Ecuatoriana de Salud Pública (SESP), con el financiamiento del ‘Fondo Ágil’ ha presentado a las autoridades sanitarias y a la comunidad en general un estudio de sistematización de la respuesta a la pandemia de la COVID-19 en el Ecuador, donde se evidencia, entre otras cosas, la toma de algunas decisiones y cómo se aplicó o no el conocimiento científico.
 
Los autores principales del estudio son el epidemiólogo, Roberto Sempértegui; el especialista en Gestión de Servicios y Programas de Salud, Víctor Arauz; la especialista en Gestión de Riesgos, Prevención de Enfermedades y Salud Comunitaria, Magdalena Alcócer, y, la especialista en Comunicación y Salud Pública, Aracely Lugmaña.
 
El documento cuenta con un detalle cronológico que describe y analiza la capacidad, organización, recursos y desempeño de las instituciones de salud, así como un análisis del abordaje en lo que respecta a la prevención primaria y secundaria, a partir de los cuales se formulan las conclusiones y lecciones aprendidas.
 
Fernando Sacoto, presidente de la SESP, ha destacado que este documento puede ser un instrumento técnico que podrá servir a los tomadores de decisión en política sanitaria para generar mejores líneas de acción.
 
Jorge Pozo de la corporación Fondo Ágil, ha estimado que la información del estudio puede aportar en la generación de políticas que den repuestas adecuadas a posibles epidemias que puedan surgir en un futuro.
 
Por su parte, José Ruales, viceministro de Gobernanza del Ministerio de Salud Pública (MSP) ha resaltado el trabajo como un importante documento histórico pero sobre todo como una herramienta en la toma de decisiones.
 
El funcionario, en representación de la autoridad sanitaria, se ha comprometido a aplicar las sugerencias del documento y agradeció el trabajo de los investigadores y la SESP en el análisis y definición de acciones, estrategias y alternativas para enfrentar situaciones como la pandemia.
 
Documentar la historia y darnos nuevas herramientas para la toma de decisiones, a nombre del MSP agradecio el trabajo y aseaguro que lecciones serán aplicadas de manera apropi}ada y utul en la generaciones de neuvas políticas y mantener lal participación de la SESP en la investigación y análisis y definiciones de actuaciones de alternativas y estratgegias
 
Los tres han manifestado su aspiración de que las lecciones recopiladas contribuyan a una adecuada respuesta frente a eventos similares. (Aquí el enlace de la presentación del estudio).
 
Las lecciones
 
Los autores han recordado que el SARS-COV-2, al tratarse de una entidad epidemiológica nueva, casi completamente desconocida, su control se desarrolló en un contexto de incertidumbre, en donde las medidas de prevención y tratamiento se aplicaban respondiendo a medida que iba apareciendo la evidencia científica.
 
“De esta manera, la eficacia de la respuesta en los países era variable, dependiendo de las fortalezas acumuladas por sus sistemas de salud, por su capacidad y recursos para la adopción ágil de nuevas estrategias, metodologías e instrumentos”.
 
Por ello, entre las lecciones aprendidas están que se ha visto la importancia de contar con una estructura que defina contenidos básicos de prevención primaria antes y durante una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII), así como “generar mecanismos de coordinación entre las entidades y con los medios de comunicación considerando la necesidad de un trabajo intersectorial”.
 
En el documento se propone realizar una evaluación de la organización y funcionamiento que sustente adecuadamente las medidas del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional.
 
“Es vital dar importancia, fortalecer e invertir en desarrollar un Sistema Nacional de Salud resiliente a emergencias. De esta manera, también se requiere responder a prioridades identificadas y grupos humanos prioritarios más afectados en cualquier situación de emergencia”, ha señalado el estudio.
 
Los autores han identificado la prioridad de fortalecer capacidades institucionales sobre uso de epidemiologia y salas de situación y establecer mecanismos menos burocráticos para la adopción oportuna y lo más completa de las directrices formuladas por los organismos de cooperación técnica en salud.
 
Otra lección es la de definir indicadores que den cuenta real del comportamiento de una epidemia y permitan predecir su curso. “No hace falta que sean numerosos, sino que sean los más útiles y posibles de obtener de manera completa y oportuna”.
 
La investigación ha considerado que la vigilancia y el control de la epidemia de la COVID-19 no puede concretarse solo con la respuesta rápida de equipos de salud, sino que es una tarea de largo aliento e intensa intervención, en los niveles locales con participación de la comunidad.
 
Por otra parte, se ha instado a fortalecer el Sistema Nacional de Salud (SNS) para enfrentar eventos epidemiológicos de magnitud a través de planes de contingencia y respuesta, con procedimientos y transparencia; y fortalecer la coordinación interinstitucional e intersectorial, que permita solventar las necesidades en situaciones de emergencias.
 
Con la pandemia también se ha visto la necesidad de planes de manejo digno de cadáveres con intervención integral.
 
Finalmente se ha recomendado analizar la concepción que tiene el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias, frente al objetivo prioritario de contener una epidemia.

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