Edición Médica

Elizabeth Pauker, Comunidad de Mujeres Médicas.

Redacción. Quito
La violencia ha crecido en Ecuador y las autoridades le han atribuido a las disputas entre los cárteles de narcotráfico, entre otros factores. En medio de ello está el personal sanitario que, ante su juramento de brindar atención, también está en riesgo frente a personas peligrosas.  
 
En ese sentido ¿Qué medidas de protección tiene el personal sanitario especialmente en zonas de alta violencia en Ecuador? Ninguna, y, tampoco posen lineamientos de protección en casos de violencia ha comentado Elizabeth Pauker, representante de la Comunidad de Mujeres Médicas.
 
En entrevista con EDICIÓN MÉDICA, la especialista ha comentado que la situación de violencia “no es nueva” para muchos médicos y específicamente para los rurales a quienes se les asigna plazas en lugares lejanos, donde se ha vivido esa situación por décadas y no solo debido al narcotráfico, sino también por las acciones de los grupos guerrilleros.
   
Toda la frontera norte del Ecuador ha sido históricamente donde los médicos rurales “entraban con miedo y nadie hizo voz de sus necesidades, e incluso, más que temor era la imposibilidad de ingreso”, ha mencionado Pauker, quien apunta hacia una expansión de las áreas peligrosas y prueba de ello es la balacera ocurrida hace algunos días en el centro de salud de Bastión Popular, en Guayaquil.
 
La representante de la comunidad ha recordado que muchas de las áreas donde se registraban actos violentos eran asistidos principalmente por profesionales de otras nacionalidades “porque no tenían otra alternativa y además muchos de ellos ya tenían experticia para manejar estos ambientes complejos producto de lo que han vivido en sus países” y que ahora ya no están.
 
Las necesidades del personal
 
Frente a la situación y consultada si se conocen cifras de violencia contra el personal, Pauker ha sido enfática en señalar que no hay datos oficiales ni de los Ministerio del Interior o del Salud Pública (que debe ser el organismo encargado) ni de los gremios y, por tanto, es un aspecto primordial de levantar ante el incremento de la violencia en el país.
 
“A falta de cifras, no se puede construir leyes, normas, reglamentos, tampoco se puede visualizar las prioridades que debería tener el ministerio” de Salud (MSP), ha añadido.
 
Frente a ese escenario, la representante de la Comunidad de Mujeres Médicas ha comentado que es hora de “vislumbrar las necesidades del personal, incluso de formación y competencias considerando las nuevas amenazas que requieren ser atendidas, así como la formulación de nuevas políticas” para enfrentarlo.
 
En ese sentido, se hace prioritario la elaboración, difusión y puesta en marcha de protocolos claros de actuación pues ya no solo son necesarios los planes de riesgos naturales sino también los planes de autoprotección y trabajo transversal con grupos de seguridad, ha estimado.
 
Así mismo, Pauker ha sido crítica frente a la posición de algunos profesionales en el sentido de no pensar en la problemática por no estar directamente afectados y, por otro lado, al centrarse en lo que llama la Medicina básica, en detrimento de la integralidad de la atención.
 
Y mientras se generan cambios o propuestas, la especialista ha recalcado en los mecanismos de autoprotección, los cuales deberán enseñarse desde las aulas universitarias para enfrentar situaciones o personas peligrosas y por otro lado el acceso a protocolos de actuación con actualizaciones permanentes.

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