CARECE DE EVIDENCIA
Comunidad científica ecuatoriana califica de peligroso el uso de dióxido de cloro para tratar la CoVID19
En varios países se ha prohibido esta solución porque ha causado problemas de intoxicación y efectos adversos graves
La comunidad médica y científica ha reaccionado inmediatamente a un anuncio de la Comisión de Fiscalización. Foto referencial.
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Jonathan Veletanga. Quito
La Comisión de Fiscalización y Control Político de la Asamblea Nacional se presta analizar el uso de Dióxido de Cloro (CDS) como tratamiento alternativo para combatir la CoVID19 con “expertos” que aseguran que tiene beneficios en las personas que lo toman, pese a que no existe evidencia científica al respecto.
Lo único que apoya esta tesis son los testimonios de quienes lo promocionan como “una cura” y de varias personas que aseguran tuvieron buenos resultados.
La comunidad médica y científica del país ha reaccionado inmediatamente a esta situación, ya que existen varias alertas internacionales que señalan no hay ninguna evidencia científica que apoye su seguridad o eficacia, y al contrario que representa un riesgo considerable para la salud de los pacientes.
El Colegio de Químicos, Bioquímicos y Farmacéuticos de Pichincha (CQBFP) y la Sociedad Ecuatoriana de Medicamentos y Seguridad del Paciente (SEMS) han emitido un
comunicado en el que aseguran que el Dióxido de Cloro no es reconocido como medicamento por ninguna agencia sanitaria de regulación de productos para el consumo humano debido a que
no existe base científica o evidencia que justifique su uso.
En el documento también han indicado que diversos países:
España, Estados Unidos, Canadá, Alemania y Colombia, han prohibido el uso de esta solución porque ha causado problemas de intoxicación y efectos adversos graves (insuficiencia respiratoria, principalmente), e incluso desenlaces mortales. El gremio ha invitado a la población a no creer en aquellas “curas milagrosas” que carecen de respaldos científicos y aprobaciones.
En diálogo con EDICIÓN MÉDICA,
Mónica Tarapués, presidenta de la SEMS, ha explicado que el problema del Dióxido de Cloro es que
no tiene una estructura de investigación clínica que consolide sus resultados positivos.
“Se habla de una respuesta beneficiosa a partir de casos puntuales, pero
eso no quiere decir que se puede generalizar el concepto. Hoy por hoy hay que sopesar con lo que dicen otras fuentes de información que también tienen veracidad”, ha insistido la especialista en Farmacología.
Para la galena, los casos positivos se deben analizar bajo la lupa de la investigación y del método científico, caso contrario nos dejaríamos llevar por la
pseudociencia. “En esta solución que ha dado tanta controversia es importante hablar del balance beneficio-riesgo, y esto es lo que se está excluyendo en la Asamblea”.
Por este motivo, ha hecho un llamado a los asambleístas para que
escuchen la posición de la academia y de la comunidad científica del Ecuador. “En el país existen investigadores y científicos que saben del tema y tiene una posición muy valiosa”, ha insistido Tarapués, quien ha considerado que es absurdo que los miembros de la Comisión de Fiscalización inviten solamente a “expertos” extranjeros y a quienes apoyan el uso de esta solución.
Comunidad científica en Twitter
“Señor Eliseo Azuero (asambleísta que propuso tratar este tema en la comisión), el Dióxido de Cloro es un
producto fraudulento y tóxico que se promociona engañosamente como una cura efectiva contra el coronavirus. Escuche a los científicos, no solo a los charlatanes, para que saque sus propias conclusiones”, ha señalado
Ricardo Hidalgo Ottolenghi, médico y rector de la Universidad UTE.
“Desde mayo cuando realizamos nuestro resumen de evidencia sobre Dióxido de cloro,
no se ha generado evidencia que soporte la eficacia y seguridad de este producto para COVID-19... lo q si encontramos son alertas y recomendaciones para evitar su uso”, ha agregado
Ruth Jimbo, subdecana de la Facultad de Medicina de la PUCE.
“En muchos países los/as científicos/as contribuyen a la toma de decisiones del gobierno en la pandemia. Acá tenemos que
ir desmintiendo la pseudociencia y falta de evidencia, de cada paso que da el gobierno, para proteger a nuestra gente”, ha indicado
Estefanía Espín, especialista en Biotecnología.
“Mientras en el mundo científico y académico se habla de vacunas, análisis moleculares, evidencias. En el Ecuador seguimos dando oídos a charlatanes. Esto demuestra una vez el
bajo conocimiento científico de nuestras autoridades”, ha mencionado
María Claudia Segovia, cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI).
El docente investigador de la Universidad de Las Américas (UDLA),
Rodrigo Henríquez, ha recordado y ha invitado a leer la
advertencia de la FDA sobre el dióxido de cloro y la CoVID19.