ESPECIAL TRES AÑOS DE LA PANDEMIA
Cómo un microorganismo nos enseñó a planificar, cooperar, educar, investigar y más
El evento más duro y catastrófico del sistema de salud dejó varios aprendizajes
Esteban Ortiz, UDLA; Paúl Cárdenas, USFQ; y Ruth Jimbo, PUCE.
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Cristina Coello. Quito
Algunos sanitarios tienen la sensación de que el olvido, avanza. Pasamos del terrible miedo a morir por un
virus desconocido, a ver con indiferencia los peligros que aún representa la COVID-19. De allí que algunos se preguntan si la sociedad aprendió algo de un evento tan duro y catastrófico.
EDICIÓN MÉDICA inicia un especial con la perspectiva de varios actores clave en el manejo de esta pandemia. En esta primera entrega, tres destacados académicos nos darán su punto de vista al cumplirse tres años de la declaración de emergencia sanitaria mundial.
Siempre hay aprendizajes
Ruth Jimbo Sotomayor, decana de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica (PUCE) ha estimado que detrás de todo evento “siempre hay aprendizajes” y, en este caso en particular, le ha quedado claro que “la
planificación es clave”. Por ello ha considerado un desafío, el poder manejar futuros eventos similares tomando en cuenta esa acción.
En ese sentido, el investigador y docente de Medicina de la Universidad de las Américas (UDLA),
Esteban Ortiz, ha considerado que “los
sistemas sanitarios tienen que prepararse” para actuar de forma oportuna y rápida.
“La capacitación continua, la lectura profunda, la preparación constante del
personal sanitario hará que nuestro sistema mejore y, eventualmente, se puedan contener pandemias, que seguramente llegarán”, las enfermedades emergentes están en asedio, ha estimado.
Por su parte,
Paúl Cárdenas, investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), nos ha recordado que los humanos podemos ser muy vulnerables frente muchos
microorganismos potencialmente causantes de enfermedades. Frente a ello, “conocer a nuestro ‘enemigo’ nos permitirá predecir algo de lo que va a pasar” y planificar acciones.
Cambia el escenario
Si bien, los tres especialistas han coincidido en que al llegar la
vacuna, el escenario cambió completamente y se ha logrado reducir drásticamente las tasas de hospitalizaciones y mortalidad. Pero también han visto la necesidad de planificar la continuidad de los
refuerzos, pues la evidencia insiste en que la inmunidad frente a la enfermedad se reduce con los meses.
A Cárdenas le inquieta esa paradoja que se percibe en la actitud de la población y los políticos que pasaron del miedo a morir a causa de la enfermedad, a desestimar un contagio ahora.
Para el investigador será determinante aprender actuar ahora, pues las consecuencias de las
reinfecciones son muy riesgosas y representarán una enorme carga económica para el estado, que deberá atender las enfermedades derivadas de la COVID-19 como los daños cardíacos, neurológicos y otros.
Ortiz ha añadido las consecuencias actuales de la COVID prolongada (Long-COVID en inglés) cuyos efectos no solo causan mella en la salud de la población, sino también derivan en estragos sobre la actividad productiva del país.
Jimbo ha recordado que en toda Latinoamérica un buen porcentaje de la población cumplió el esquema de primera y segunda dosis. “Pero luego, dejaron de ponerse los refuerzos y tenemos en el país una cobertura de 88 por ciento en esquema primario, pero no llega ni al 30 por ciento el esquema de refuerzos” y eso “representa un problema”, pues no se puede colocar una
vacuna bivalente sin haber completado los esquemas anteriores.
Ante esa realidad, “no es tan fácil tomar la decisión de incluir otro refuerzo”, aunque ahora mismo la autoridad sanitaria evalúa ese requerimiento, sobre todo para el personal sanitario y población vulnerable. “Todo va a depender del
contexto epidemiológico”, ha analizado la decana.
Impulsar los diferentes niveles de educación
Otro aspecto aleccionador, ha representado la
educación, que ha decir de Cárdenas en nuestra sociedad reflejó las falencias en la comprensión de la Biología. Eso facilitó la masiva desinformación respecto al mismo virus y su mecanismo de acción, o sobre la fabricación de vacunas, e incluso propició el mal uso de medicamentos como la
ivermectina.
“Es muy importante
educar, no alarmar”, ha observado el investigador de la USFQ, para quien esa premisa no solo se aplica en nuestra cultura, sino no en todas. Por otro lado, ha pedido al sector político no distorsionar la situación, pues aún vivimos en pandemia y ningún político puede darla por terminada.
De su lado, Ortiz ha reprochado el accionar de la autoridad sanitaria al inicio de la pandemia cuando se bloqueó la
investigación. Fue “una vergüenza ser uno de los pocos países en el mundo que aumentó las trabas burocráticas para la realización de investigación científica, cuando todo el planeta lo facilitó”.
A esa crítica se sumaron Cárdenas y Jimbo, quienes estimaron que esa adversidad también les dio más impulso y eso se reflejó en el aumento de
productos de investigación, sobre todo los interdisciplinarios e incluso los interinstitucionales.
De allí que el investigador de la UDLA ha recalcado que, a pesar de las dificultades, el papel de los científicos ecuatorianos en esta pandemia fue decisiva y digna de ser resaltada, pues su labor, por mencionar uno, facilitó la invención y realización de pruebas diagnósticas. Además, mucha de la investigación local ha permitido la toma de importantes
decisiones gubernamentales.
Pero el docente de la USFQ ha insistido en la necesidad de destinar más
fondos para la investigación, y, en ese sentido resaltó la
autogestión de las instituciones académicas en su afán de aportar con la ciencia y la salud pública.
Esa persistencia de los investigadores ha dado frutos en otro aspecto importante, la
divulgación científica. La decana de la PUCE se ha mostrado entusiasta porque a partir de la pandemia, mucha de la comunidad científica, ante toda la incertidumbre, “se puso a generar informes, a dar información por redes sociales, por ejemplo, y creo que ese fue un punto muy positivo y que debe mantenerse en todos los temas sanitarios, informar a la comunidad basados en la
evidencia”.
Entonces la colaboración de la academia ha jugado un papel decisivo y aleccionador estos tres últimos años, ha insistido Jimbo, quien añadió que la pandemia les enseñó a “estar unidos
, trabajar juntos
, buscar alianzas, formar un solo cuerpo para defender la salud. Fue un punto positivo, el unir profesionales del sector público, privado, la academia” y otros.
El papel de las alianzas
Ese trabajo colaborativo también “supone una enseñanza importante”, especialmente para la autoridad sanitaria, ha mencionado Jimbo, quien ha resaltado la serie de
alianzas con la empresa privada, academia, organismos internacionales, entre otros, para promover acciones de salud pública como la
vacunación.
Para ella, se ha demostrado que esas alianzas pueden ser factibles en otros escenarios, pues, a la autoridad, por ejemplo, le quedó más clara la importancia de la
cadena de suministro, “un aspecto que va más allá de la vacunación como tal”. Así mismo, la administración, distribución, almacenamiento, manejo del desperdicio de las vacunas, etc., “fueron lecciones aprendidas, que, sin duda, pueden ser utilizados en futuros escenarios” fuera de pandemia, ha estimado.
¿En qué queda la vigilancia genómica?
Los tres académicos han calificado de “prioritaria” a la continuidad de la
vigilancia genómica del virus del SARS-COV-2, sin descuidar otros que también pueden representar problemas. No obstante, Cárdenas ha sido enfático en señalar que “mientras menos sabemos, obviamente estamos más en riesgo”.
“Pienso que definitivamente la vigilancia genómica es parte de lo que se tiene que quedar y lo que se tiene que
potencializar”, pero también ha lamentado que esa actividad depende mucho de presupuestos, tanto para las pruebas como para el personal que lo realiza y su entrenamiento.
Y fue en pandemia cuando se vio “por unos meses hacer bastante” análisis genómico, pero después no. “Esto sí es un problema grande porque no es
constante” la realización de pruebas de secuenciación y sin esa información “¿Como vamos a saber o responder?”, se ha preguntado Cárdenas.
En ese sentido, Jimbo ha estimado que allí “es cuando, por ejemplo, la academia puede apoyar a la autoridad sanitaria”, obviamente el tema de los recursos es complejo, pero ella insiste en la conveniencia de los
convenios y lograr así “tener vigilancia de manera adecuada y de todo lo que se requiera, de todas las enfermedades”.
Antes de pasar la página
Si bien han pasado tres años y la ciencia ha brindado más certezas, también siguen existiendo dudas y los investigadores consultados también han coincido en que aún existen riesgos y no ha llegado aún la
endemia.
“No podemos predecir” con exactitud cómo seguirá evolucionando el virus, han dejado claro. Pero también se han mostrado seguros de que sigue cambiando y pueden volver olas de contagio, o, que puede aparecer en cualquier momento otro virus que nos pueda volver a poner en jaque.