DOS AÑOS DE SEGUIMIENTO
Vacunación contra COVID-19 a 700 pacientes con insuficiencia renal en hemodiálisis ha sido eficaz y segura
También se ha vacunado al personal sanitario que los cuida
Cristóbal Santacruz y Juan Santacruz. Nefrólogos de la Clínica de los Riñones Menydial.
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Redacción. Quito
El 29 de febrero del 2020, el Gobierno ecuatoriano comunicó el
primer caso de COVID-19 en el país, una mujer de 70 años que vino desde España con su hermana y que días después, las dos fallecieron por la enfermedad.
La pandemia se expandió por todo el mundo y después de 2 años como resultados se registran a nivel mundial
unos 315 mil millones de infectados y unos 5 millones 510 mil muertos. En El Ecuador, 560.000 infectados y con 34.000 fallecidos, según los datos de la Universidad de John Hopkins.
Si bien esta pandemia ha afectado gravemente a la población general, la peor parte la han llevado las personas con comorbilidades como diabetes, hipertensión arterial, edad sobre 60 años, insuficiencia renal crónica en tratamiento con diálisis, quienes en un
26 por ciento sufrieron de COVID-19 y
22 por ciento de los infectados pagaron con su vida la enfermedad. Pero no solo los pacientes se contagiaron, también el
30 por ciento del personal sanitario que los atendía se infectaron.
Para enero del 2021, comenzó la vacunación en Europa y en todo el mundo, una vez que las vacunas fueron calificadas como eficaces y seguras por los organismos de control, en el Ecuador igualmente inició la inoculación el 21 de enero del 2021 y con ello también se vacunaron a los
700 pacientes en hemodiálisis de la Clínica de los Riñones Menydial, cuya edad promedio era de 60 años, con hipertensión arterial (69 por ciento), diabéticos (30 por ciento), en diálisis (100 por ciento).
“Pudimos observar como 4 meses después de una vacunación estándar de 2 dosis
la incidencia de infectados disminuyó dramáticamente desde 26 por ciento a 1.5 por ciento y la mortalidad igualmente cayó en picada desde
22 por ciento a 1.1 por ciento, demostrando que la eficacia y la seguridad de la vacuna en este grupo de pacientes es excelente, ya que no pudimos observar ningún efecto indeseable severo a más de los comunes como dolor en el sitio de punción, cefalea, decaimiento, astenia, que no duraron más de 3 a 5 días”, ha señalado el nefrólogo
Cristóbal Santacruz.
De la misma manera, en el personal sanitario se ha observado una caída brusca en la incidencia que inicialmente fue del
30 por ciento al 1 por ciento. Por lo tanto, “
el beneficio de la vacunación obtenido en estos dos grupos humanos es incuestionable”, ha enfatizado.
Otro punto interesante en este estudio de Menydial es observar cómo
los picos de incidencia u olas de nuevos casos se relacionan con los de la población general, que a su vez está determinada por la realización de actividades sociales que invitan al agrupamiento como carnaval, semana santa, feriados, día de los difuntos o como sucede justo ahora en enero del 2022 que el país experimenta el nuevo pico de la variante Ómicron, como consecuencia de las festividades de Navidad y Año Nuevo.
Por lo tanto,
el distanciamiento social es una medida preventiva importante, así como el uso de mascarillas adecuadas y el aseo de manos.
Se puede observar claramente la correlación social de lo enunciado arriba y el efecto de la vacunación antes y después, entre los 700 pacientes vacunados.
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“Asimismo,
quisimos documentar la respuesta inmune dosificando anticuerpos anti-spike 4 meses después de terminada la vacunación, comparando un grupo de 50 pacientes con un grupo control de 30 empleados y encontramos que el nivel promedio de anticuerpos en los pacientes fue de 1.335.8 UI/ml (305-2.500) y en los empleados de 1139.9 UI/ml (115-1998),
la diferencia explicamos por el diferente tipo de vacuna que recibió cada grupo. También pudimos comprobar que el nivel de anticuerpos era mayor en el grupo de pacientes que previamente habían sufrido o enfermado de COVID-19 (2353,3 ± 528 vs 942,2 ± 992 U/ml)”, ha agregado Santacruz.
En conclusión, se ha demostrado con este estudio que
la mortalidad es muy alta en estos enfermos en diálisis de alto riesgo, en comparación al personal sanitario de atención directa y administrativo que también es de riesgo alto y que se infectan más que la población general.
Además, que
la vacunación tiene un efecto contundente de protección en los grupos dos grupos estudiados; que los picos de contagiosidad siguen el comportamiento de la población general y también a los hábitos de incumplimiento del distanciamiento social, y que el nivel de anticuerpos es alto en los grupos estudiados cuatro meses después de la vacunación y más todavía, si los pacientes habían sufrido previamente de la enfermedad COVID-19 (2353,3 ± 528 vs 942,2 ± 992 U/ml; p<0.001).
Resumen del estudio de Menydial.
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Conclusiones
La COVID-19 fue más frecuente en hombres con un 22 por ciento.
La incidencia y la mortalidad cayeron dramáticamente después que los pacientes completaron el programa estándar de vacunación (dos dosis). La respuesta inmune medida con los títulos de anticuerpos anti-spike fue significativamente más alta en los pacientes que previamente habían tenido COVID-19, mientras que fue bastante variable entre los pacientes estudiados que están en hemodiálisis.