Estudio advierte que largas horas de trabajo aumentan el riesgo de sufrir cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular
El 9% de la población mundial trabaja muchas horas al día
Es un factor de riesgo que aumenta la carga de enfermedades ocupacionales.
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Redacción. Quito
Las jornadas laborales prolongadas provocaron 745.000 defunciones por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica en 2016, cifra que es
un 29 por ciento superior a la de 2000, según un nuevo estudio conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La OMS y la OIT han estimado que “la exposición a largas horas de trabajo, mayores o iguales a 55 horas a la semana,
es común y causa grandes cargas atribuibles de cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular”. Por ello, se requiere de intervenciones para reducir las largas jornadas laborales peligrosas y proteger y promover la seguridad y salud ocupacional y de los trabajadores.
El
estudio ha concluido que trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en un 35 por ciento el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en un 17 por ciento el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana.
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El 9 por ciento de la población mundial trabaja muchas horas al día. Cada vez son más los trabajadores cuya jornada laborales excesivamente prolongada, una tendencia que da lugar a un incremento en el número de personas que corren riesgo de sufrir discapacidades o fallecer por motivos ocupacionales”, ha señalado la OMS en un comunicado.
Este nuevo análisis se publica en un momento en el que la pandemia de COVID-19 pone sobre la mesa la
organización de los horarios de trabajo, ya que con ella se han acelerado fenómenos que podrían alimentar la tendencia a aumentar los periodos de trabajo.
“La pandemia de COVID-19 ha cambiado considerablemente la forma de trabajar de muchas personas. El teletrabajo se ha normalizado en muchos sectores y la línea que separa el trabajo y el hogar se ha difuminado. Además, muchas empresas se han visto obligadas a reducir o a interrumpir su actividad para ahorrar costos y los trabajadores que quedan en plantilla se ven obligados a ampliar su horario laboral.
Ningún trabajo justifica exponerse al riesgo de sufrir un accidente cardiovascular o una cardiopatía isquémica. Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores deben colaborar para poner límites a esta situación y proteger así la salud de los trabajadores”, ha dicho
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
“Es hora de que todos, gobiernos, empleadores y trabajadores, adquiramos plena conciencia de que las jornadas laborales prolongadas pueden causar muertes prematuras”, ha agregado María Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS.
Análisis
Este estudio, la OMS y OIT han realizado un primer análisis mundial de la pérdida de vidas y de salud derivada de las largas jornadas de trabajo. Se han analizado datos de
154 países.
Según han indicado, 2016, 398.000 personas fallecieron a causa de un accidente cerebrovascular y 347.000 por cardiopatía isquémica como consecuencia de trabajar
55 horas a la semana o más.
Entre 2000 y 2016, el número de defunciones por cardiopatía isquémica debidas a las jornadas laborales prolongadas
aumentó en un 42 por ciento, mientras que se incrementaron en un 19 por ciento las muertes por accidente cerebrovascular. La mayor parte de las defunciones registradas correspondieron a personas de entre 60 y 79 años que habían trabajado 55 horas o más a la semana entre los 45 y los 74 años.
Estos problemas de salud son más notorios en los hombres (72 por ciento de las personas fallecidas por esta causa eran varones), en las personas que viven en las regiones del Pacífico Occidental y de Asia sudoriental y en los trabajadores de mediana edad o mayores.
Estas cifras demuestran que alrededor de una tercera parte de la morbimortalidad estimada total relacionada con el trabajo se debe a las jornadas laborales prolongadas, que son
el factor de riesgo que más contribuye a aumentar la carga de enfermedades ocupacionales. Por esta razón, este factor de riesgo laboral relativamente nuevo para la salud humana, que tiene un carácter más psicosocial, se encuentra en el centro del debate.