Estudio en Ecuador encuentra biomarcadores para predecir el pronóstico de pacientes con COVID-19 grave que viven en altura
Se han abierto nuevas perspectivas de estudio en el contexto de altura
Jorge Luis Vélez e Iván Best, autores del estudio.
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Jonathan Veletanga. Quito
Un nuevo estudio ecuatoriano, recién publicado en la revista Journal of Clinical Medicine, ha encontrado hallazgos interesantes sobre biomarcadores sanguíneos que ayudan a predecir el pronóstico de pacientes con COVID-19 grave que están bajo ventilación mecánica invasiva y que viven en altura.
En el Pablo Arturo Suárez (HPAS), al ser un hospital exclusivo para pacientes con COVID-19, “necesitábamos tener formas para predecir”, de cierta manera, cómo iban a evolucionar los pacientes graves. La evidencia científica generada en Europa y Asia ya indicaba que se podían utilizar ciertos marcadores inflamatorios y hematológicos (IL-6, ferritina, dímero D, entre otros) para pronosticar el riesgo de mortalidad, pero en “nuestra realidad no siempre las teníamos”, ha explicado
Jorge Luis Vélez, médico intensivista, inmunólogo del HPAS, autor principal del estudio.
Esto hizo que los médicos del HPAS empezaran a buscar alternativas que sean menos costosas y que permitan predecir ese riesgo y la evolución de los pacientes de manera similar. Fue así como nació este
estudio ecuatoriano, cuyo hallazgo principal fue que los biomarcadores sanguíneos disponibles de inmediato y de bajo costo, como el lactato deshidrogenasa (LDH) y el índice neutrófilos/linfocitos (NLR) pueden predecir la mortalidad de pacientes con COVID-19 grave que están en UCI con ventilación mecánica.
“Este estudio derivó de observaciones clínicas durante la práctica clínica real. De esto nació la duda, la hipótesis, pusimos un medio particular que es la altura y se desarrolló el estudio”, ha indicado el galeno, en entrevista con EDICIÓN MÉDICA.
Así,
los biomarcadores LDH y NLR, que derivan de un hemograma o una biometría hemática, “fueron paralelos (misma utilidad pronóstica) a la interleucina 6 (IL-6)”, por lo que podrían ser utilizados en sitios de bajo recursos para prever y avizorar que un paciente con COVID-19 intubado va a tener una mala evolución.
Otro descubrimiento interesante, según Vélez, fue que otros biomarcadores como
la ferritina y el dímero D, que los estudios europeos y chinos hallaron como prometedores, “no funcionaron en nuestra población”, lo cual arrojó la hipótesis de que era por la altura en la que nos encontramos (Quito está a 2.850 metros sobre el nivel del mar).
“La mayoría de estudios en COVID están hechos en Europa, Estados Unidos y en Asia”, por ello la idea fue buscar biomarcadores para poder predecir la mortalidad en una población sudamericana y en un contexto de altura, ha agregado
Iván Best, docente investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Ignacio de Loyola de Lima, coautor.
De esta manera, con esta investigación multidisciplinaria “pudimos ver que estos biomarcadores
se comportan diferente a nivel del mar, comparados con una población de altura”, ha relatado.
Para los investigadores, este estudio toma relevancia porque se hizo en una población particular, es decir, pacientes críticos que están intubados y que viven en altura. Entonces, estos biomarcadores, IL-6, LDH y NLR van a ser
predictivos al ingresar a UCI, con lo cual se pueden tomar medidas clínicas precoces para tratar de revertir una mala evolución.
“Esto es bueno porque da la visión de una población específica, pero talvez limita la extrapolación de resultados a otras poblaciones que no tienen estas características”, ha sostenido Vélez.
Por su parte, Best ha mencionado que en el contexto actual de la pandemia se requieren más estudios para observar si estos biomarcadores se comportan de igual manera con las nuevas variantes de SARS-COV-2. Justamente esta investigación abre
nuevas perspectivas de estudio para ver si responden a las nuevas condiciones y presentaciones clínicas de los pacientes.
Al respecto, los galenos han invitado a la comunidad médica a formar grupos multidisciplinarios internacionales para seguir investigando, especialmente en el tema de altura, que si bien no es algo nuevo, sin duda cambia ciertos comportamientos clínicos y biológicos en COVID-19 como en otras enfermedades.