Fentanilo: el resurgimiento de un potente opioide que causa alarma sanitaria
ARCSA ha pedido reportar cualquier distribución irregular de medicamentos que contengan fentanilo
El fentanilo es parte de los opioides.
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Redacción: Javier Vázquez Fernández / Mohamed Sánchez
En el segundo semestre del 2023, se informaba sobre posible consumo de fentanilo en Guayaquil, una situación que provocó alarma y preocupación en el país. De hecho, la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA) ha solicitado a la ciudadanía y personal sanitario reportar cualquier venta o distribución irregular de medicamentos que contengan fentanilo en el país.
Mohamed Sánchez, docente de la carrera de Medicina en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y especialista en Anestesiología, ha explicado que los opioides se dividen en débiles y fuertes.
Entre los opioides fuertes están la morfina y el fentanilo. Estos son muy comunes en anestesiología y para el tratamiento del dolor severo en casos agudos o crónicos, como en pacientes con cáncer.
En cambio, en la categoría de
opioides débiles están sustancias de empleo más frecuentes, como el tramadol que es utilizado para tratar el dolor agudo y crónico, la loperamida que se utiliza en tratamientos contra la diarrea debido a su capacidad para reducir la motilidad intestinal, la codeína y el dextrometorfano que con son ingredientes activos comunes en jarabes para la tos gracias a sus efectos sedantes en las vías respiratorias.
Según el Informe Mundial sobre las Drogas de 2022, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC),
el consumo de drogas ha experimentado un aumento del 22 por ciento a escala global durante la última década. Este ha sido particularmente significativo en países en desarrollo.
En Sudamérica, el consumo de opioides se ha elevado en un 58 por ciento, tal como indica la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU, superando el promedio mundial del 41 por ciento. Ecuador y Estados Unidos son los únicos países de América que reportan a los opioides como la droga predominante entre quienes comienzan tratamientos de rehabilitación. El consumo sin control, la automedicación y el empleo recreativo son las principales razones que llevan a la dependencia y adicción, según el documento internacional.
Sánchez ha indicado que los opioides son una familia de sustancias naturales y sintéticas que actúan sobre los receptores opioides ubicados principalmente en el sistema nervioso. Los
opioides endógenos, es decir, producidos de forma natural en nuestro cuerpo, son conocidos como endorfinas, encefalinas y dinorfinas. Estas sustancias desempeñan un papel fundamental en la modulación del dolor y la regulación del estado de ánimo.
El uso y abuso de
opioides exógenos como medicamentos y drogas recreativas puede perturbar este equilibrio, llevando a la dependencia, la tolerancia y otros efectos adversos como la depresión respiratoria, rigidez muscular, estreñimiento agudo e incluso problemas cardíacos.
Por lo tanto, Sánchez ha advertido sobre los riesgos del uso inadecuado de estos medicamentos. Ha resaltado que
una dosificación incorrecta o un tratamiento extendido en el tiempo pueden generar “cierto grado de dependencia” en los pacientes. Por ejemplo, el fentanilo, un opioide ampliamente utilizado en anestesiología, es señalado por el experto como una sustancia de alto riesgo debido a su potente capacidad adictiva y posibles efectos adversos graves.
A su criterio, este medicamento puede tener efectos mucho más intensos que otros opioides.
“El fentanilo puede provocar depresión respiratoria, tórax leñoso y daño cardíaco. Si se administra rápidamente por vía endovenosa, puede causar lo que conocemos como tórax leñoso, que se traduce en una rigidez en la pared del tórax, el diafragma y los músculos de la laringe”, ha dicho.
Este fenómeno es particularmente preocupante ya que, aunque la naloxona, un medicamento antagonista, es efectivo en situaciones de sobredosis de opioides al prevenir la depresión respiratoria, esta resulta ineficaz frente a la rigidez muscular que el fentanilo puede causar.
“En el ámbito quirúrgico contamos con agentes de acción inmediata que relajan toda la musculatura del paciente, permitiendo la intubación y ventilación, garantizando así su supervivencia. Sin embargo, en la calle el individuo no cuenta con este beneficio”. Además, ha enfatizado que
el verdadero riesgo no es solo el fentanilo sino su combinación con otras drogas como la heroína, cocaína y diversos compuestos químicos.
Desde 1999, en Estados Unidos la crisis de los opioides ha sido caracterizada en tres períodos, comenzando con una elevada prescripción médica, lo que condujo a demandas millonarias contra empresas farmacéuticas como Johnson & Johnson por su responsabilidad en la crisis. La segunda oleada, en 2010, se caracterizó por un incremento abrupto en sobredosis vinculadas a la heroína. Finalmente, la tercera oleada, que comenzó y ha continuado en ascenso desde 2013, está relacionada con el consumo de opioides sintéticos.
Según el CDC de Estados Unidos, en las dos primeras décadas del siglo XXI las sobredosis relacionadas con opioides, legales o no, causaron la muerte de más de medio millón de personas en ese país.
En 2021, por primera vez se contabilizaron más de cien mil muertes por sobredosis, de las cuales el 75 por ciento estuvieron asociadas a un opioide, predominando el fentanilo. Este número representa el doble del registrado en 2015.
A medida que se realizan esfuerzos por controlar los precursores del fentanilo surgen nuevos opioides sintéticos como el nitaceno y el isotonitazeno que son detectados con mayor frecuencia en incautaciones de drogas e informes forenses y toxicológicos en todo el mundo. Estas sustancias, sin uso médico aprobado, pueden ser inclusive más potentes que el propio fentanilo. Por ejemplo, el nitaceno, apodado como la “droga Frankenstein”, es hasta 40 veces más potente que el fentanilo.
A pesar de las devastadoras consecuencias que opioides como la heroína y el fentanilo han causado en la población estadounidense, Sánchez ha sostenido que en Sudamérica todavía no representa una amenaza y espera que tampoco lo sea en el futuro.
Históricamente, Estados Unidos ha sido la “cuna de la experimentación” con estas sustancias. “Lo que sucede es que
ahora aparecieron las muertes, porque si a lo mejor el fentanilo no hubiese causado tantas muertes, pienso que su uso habría seguido dándose sin mayor problema”, ha agregado.
Por esta razón, el anestesiólogo ha instado a centrar la atención en sustancias que, aunque legalizadas, pueden generar adicciones y perjudicar gravemente a la sociedad. Como ejemplo destaca el alcohol.
La alarma creada por el fentanilo evidencia la necesidad de abordar la problemática de las drogas desde múltiples perspectivas: familiar, sanitaria, educativa, económica y de seguridad.