Hay una gran deuda en salud mental tanto para la población, como para los propios sanitarios
Según la Federación ´hay dolor, sufrimiento psicológico' en el personal sanitario
Francisco Brito y John Farfán.
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Cristina Coello. Quito
Los trabajadores sanitarios no solo han debido afrontar un año de pandemia, sino que también
arrastran preocupaciones por su situación laboral o estudiantil, la falta de insumos, entre otras problemáticas del sector, lo cual ha agudizado y hasta agravado su salud mental.
En ese contexto,
Francisco Brito, presidente encargado de la
Federación Ecuatoriana de Psicólogos Clínicos, en entrevista con EDICIÓN MÉDICA, ha sido enfático en señalar que “lamentablemente” no existe una política pública de salud mental que se aplique “con voluntad” por parte del Ministerio de Salud Pública (MSP), para afrontar la situación y eso está poniendo en riesgo la atención sanitaria.
“Para el rector de la salud en el país todavía no es prioridad (la salud mental)” ha insistido Brito, pero también ha advertido que “
para cuidar a la población, primero hay que cuidar al cuidador”, es decir, atender el desgaste emocional y psicológico que ha representado la pandemia. “Los profesionales se han despersonalizado, no se cuidan a sí mismos, se enfocan en salvar la vida de sus pacientes y muchos terminan en depresión por agotamiento”, ha recalcado.
El dirigente gremial ha dejado claro que el MSP o sus instituciones sanitarias “podrán presentar documentos, reuniones técnicas, etc.,” sobre el tema, pero “son casos aislados.
Realmente no se ha preocupado por el cuidador”.
Y eso, según Brito, se ha visto reflejado en una breve encuesta de un grupo de estudiantes universitarios y en la que han
participado también miembros de Anamer (Asociación Nacional de Médicos Rurales), donde se ha evidenciado que un 57 por ciento de personas considera que la autoridad sanitaria desconoce la realidad de la salud mental.
John Farfán, presidente de Anamer, también ha señalado que existe “falta de interés” por parte de las máximas autoridades en la salud mental de los sanitarios, “se lo está dejando en segundo plano y
no se está tomando las previsiones necesarias y la pandemia nos está empezando a tomar factura”, ha alertado.
“Ya se vio dos casos de suicidio hace unas semanas” en Guayaquil de dos médicos que atendieron pacientes COVID, ha recordado Farfán, quien además ha detallado que usualmente “
un médico genera un vínculo con su paciente, además de tratar la sintomatología, también lo escucha y es muy penoso cuando luego de batallar por salvarle la vida, finalmente fallece. Eso afecta”, ha dicho.
En el caso de los médicos rurales, el dirigente ha asegurado que
ya se observa depresión y ansiedad en algunos de ellos, afecciones que no se identificaban antes de la pandemia debido principalmente a que aumentan los pacientes y los insumos son escasos en las zonas alejadas donde atienden.
En algunos sectores “tenemos
un solo tanque de oxígeno para comunidades de más de 3.000 personas. ¿Qué ocurre cuando llegan 4,5, 6 pacientes que lo necesitan? ¿Cuál es la prioridad para suministrarlo?” se ha preguntado Farfán, quien demás asegura que las decisiones tomadas por los médicos rurales a pesar de estar basadas en la clínica, la evidencia científica y la experiencia, “son muy difíciles” y hasta hace poco
no eran rutinarias.
Tanto Brito como Farfán han coincidido en señalar que la autoridad sanitaria
no posee datos actualizados relacionados a salud mental en el país. No obstante, han enfatizado que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el suicidio es, entre otros, un efecto derivado de los problemas mentales relacionados a la depresión crónica.
“Hay dolor, sufrimiento psicológico” en el personal sanitario, ha recalcado Brito, quien asegura que “eso no se ve, no se ha estudiado, no se ha visibilizado. Es algo que se tapa, se oculta, es más, la autoridad hace que
cada uno se haga responsable de su bienestar emocional”.
No obstante, para el especialista, es la institución y en este caso el Ministerio de Salud la encargada de
crear las condiciones necesarias para “curar al personal”.
También ha dejado claro que no solo se trata de “proveer el oxígeno o el insumo” necesario para atender la emergencia sanitaria, sino que
también implica descansos, modificación de jornadas laborales, grupos de autoayuda, pausas activas, etc., tanto para prevenir las enfermedades mentales como para tratarlas.