REVISIÓN CIENTÍFICA
Investigadores demuestran diferentes efectos de las grasas, proteínas y carbohidratos en las enfermedades
Destacan beneficios de consumir leguminosas andinas
Manuel Baldeón y Patricio López, docentes de la UTE.
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Cristina Coello. Quito
Los científicos de la UTE,
Patricio López, Manuel Baldeón y Marco Fornasini, así como de la Fundación Oftalmológica de Santander (Colombia),
Johanna Otero y Paúl Camacho han publicado una reevaluación del concepto oficial de que las
grasas saturadas causan enfermedad coronaria.
Basados en
meta-análisis y reportes del estudio PURE (Prospective Urban Rural Epidemiology) han demostrado que el consumo de grasa total, saturada e insaturada, no se asocia con riesgo de infarto agudo de miocardio o mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Los investigadores de la UTE han revisado trabajos científicos publicados sobre el papel de la ingesta de macro-nutrientes en el riesgo cardiovascular y han determinado que el consumo de
grasa total, saturada e insaturada, no se ha asociado con riesgo de infarto agudo de miocardio o mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Eso los ha llevado a indicar que son necesarias más
modificaciones a las guías nutriciones que aplican los profesionales de salud, especialmente en el primer nivel de atención donde se debe determinar
los requerimientos nutricionales de los ecuatorianos, ha señalado a REDACCIÓN MÉDICA,
Manuel Baldeón, uno de los investigadores.
El papel de los carbohidratos
Para los expertos, la alta ingesta de
carbohidratos simples fue la que se asoció con
mayor riesgo de mortalidad total y cardiovascular, mientras que el consumo de grasa total o de sus diferentes tipos se asoció con menor mortalidad. Mientras que un alto consumo de frutas, vegetales y legumbres se asoció con menor riesgo de mortalidad total y mortalidad no cardiovascular.
Según el análisis, el consumo de
100 gramos de leguminosas, dos o tres veces por semana contribuyó a mejorar las deficiencias de nutrientes contenidos en estos alimentos y está asociado con una disminución del riesgo de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles.
Baldeón ha insistido en que estos datos
contradicen las recomendaciones actuales de reducir la ingesta de grasa saturada y reemplazarla con carbohidratos, acción que tiene un efecto adverso en el perfil lipídico; sustituir la grasa saturada con grasa insaturada puede mejorar algunos marcadores de riesgo, pero puede afectar otros, ha dicho.
Para el investigador de la UTE, la evidencia sugiere que el
consumo de leguminosas (chocho en especial) tiene un efecto protector sobre la mortalidad cardiovascular.
Aun así, ha adelantado que se requiere
seguir documentando la relación entre enfermedades cardio-metabólicas y el consumo de leguminosas. “Nosotros hemos demostrado que consumir chocho mejora la sensibilidad del receptor de la insulina y consecuentemente disminuye los niveles de glucosa en sangre en pacientes con diabetes Mellitus 2”, ha insistido Baldeón.
En conclusión
La evidencia científica revisada demuestra que una
dieta saludable debe ser equilibrada y variada, estar compuesta con una adecuada proporción de carbohidratos complejos ricos en fibra entre 50 y 55 por ciento de la energía diaria consumida, de grasa saturada e insaturada (25-30 por ciento), proteína animal y vegetal (incluidas las leguminosas) entre 15-25 por ciento, vitaminas, minerales y agua.
Todos esos nutrientes están abundantemente presentes en
frutas, vegetales, cereales, leguminosas, leche y sus derivados, huevos y carnes.
“Las
políticas públicas deben considerar esta nueva evidencia científica para promover programas de prevención primaria que contribuyan a disminuir la creciente prevalencia de las enfermedades cardiometabólicas, así como coadyuvar en el tratamiento de estas enfermedades una vez establecidas”, ha asegurado el estudio.
El docente de la UTE ha añadido que también es necesario la
difusión de los beneficios de consumir leguminosas andinas que han sido tradicionales en los pueblos que habitan es esta región del mundo.