¿Qué se puede esperar de las nuevas variantes de la COVID-19?
Esto de aprender a vivir con el virus no significa acostumbrarnos a los repuntes de casos
Paúl Cárdenas y Francisco Pérez.
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Cristina Coello. Quito
Ver el fin de la pandemia sigue siendo incierto a decir de especialistas consultados por EDICIÓN MÉDICA. Las variantes de la COVID-19
cambian las reglas del juego permanentemente y la última (ómicron) ha mostrado ser capaz de provocar mayor transmisibilidad y de burlar la inmunidad natural o la de las vacunas.
Y considerando la naturaleza de los virus, es toda una incógnita la
posibilidad de la aparición de una
nueva variante que pueda propagarse más rápidamente y con mayor facilidad. Lo que sí es certero es que este virus no desaparecerá, pues “el mejor negocio del virus es no matar para perpetuarse entre nosotros”, ha comentado
Francisco Pérez, subsecretario Nacional de Vigilancia del Ministerio de Salud Pública (MSP).
Paúl Cárdenas, investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco (USFQ) y primer especialista en realizar
secuenciación del virus del SARS-CoV2 en el país, ha recordado que son numerosas las mutaciones que han surgido de la cepa original de Wuhan (China).
“No podemos predecir mucho qué es lo que va a surgir en términos de variantes. Hay que tomar en cuenta que existe un número ilimitado de mutaciones”.
Hay más de 7.000 descritas, sin embargo, son 12 (hasta ahora) las que han tenido alta capacidad de transmisión, ha explicado Cárdenas.
El investigador ha dejado claro que desconoce por el momento cuál, cuándo, ni dónde surgirá otra variante de interés o preocupación, y ha insistido en que
ninguna variante ha surgido de otra. “Cada una ha tenido un origen diferente”.
Aun así, ha estimado que “puede ser que no surja ninguna otra variante”, pero ha advertido que
mientras todas las personas no estén vacunadas no se detendrá la transmisión del virus y por tanto existe la posibilidad de que sigan surgiendo nuevas variantes.
En el caso del virus del SARS-CoV2, “nos sorprende en su
flexibilidad y variabilidad”, ha añadido Cárdenas quien ha advertido que el riesgo de las nuevas variantes está en la posibilidad de que logren saltar la inmunidad incluso de las vacunas.
“Tenemos que esperar. No descartamos que pueda surgir otra variante y para esa necesitemos otra inmunización o refuerzos anuales. Puede ser que derive en lo ocurrido con la influenza
H1N1 que se volvió estacional” y a futuro se tenga una serie de vacunas para prevenirla, ha estimado Pérez.
Aun así, el funcionario ha adelantado que deberemos esperar a ver lo que pasa en otras partes del mundo. En Ecuador “estamos en el periodo de explosión de casos, sin embargo, somos optimistas en cuanto a
la disminución de la mortalidad” gracias a la vacunación, ha dicho.
Fernando Andrade, MSP.
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Por su parte
Fernando Andrade, médico familiar y parte del equipo que elabora los lineamientos de autocuidado y signos de alarma frente a la COVID-19 del MSP, ha recordado que los estudios sobre el virus se actualizan a cada momento y algunas publicaciones científicas ya mencionan que
las nuevas variantes no son tan mortales, pero si más infecciosas.
Aun así, ha criticado el hecho de que “estamos preocupando más por las variantes que seguramente en este año aparecerán, independientemente de su capacidad de contagio y morbilidad, y
lo importante en realidad es preocuparnos por las medidas de prevención”.
“Si existen nuevas variantes posiblemente ocasionen menos complicaciones a nivel hospitalario, pero siguen existiendo complicaciones y
eso está colapsando el sistema de salud. Ese es un problema que nos toca contener hasta llegar a la inmunidad colectiva”, ha considerado Andrade.
Pérez en cambio ha recordado que “todavía
no sabemos cuál es la letalidad de ómicron. Aún esperamos más datos de población no vacunada, por ejemplo, de África. Solo sabiendo el comportamiento del virus en poblaciones no vacunadas o con poca inmunidad sabremos la adaptación del virus”.
Cárdenas ha insistido en que es impredecible el saber qué tanto nos van afectar las nuevas variantes del coronavirus o si van a ser más contagiosas, “probablemente escapen más al sistema inmune,
no sabemos si pueden ser más graves o no”.
“Probablemente requeriremos una vacuna cada vez con un tiempo más espaciado, dependerá de las nuevas vacunas, sin embargo, ahorita lo que nos tiene que preocupar (al país) es que la mayor cantidad acuda por su refuerzo, se termine de vacunar a los niño
s, evitar que colapsen los sistemas de salud y
estar preparados para la siguiente variante que surja”, ha estimado el investigador de la USFQ.
Vacunación ¿Un círculo vicioso?
Cárdenas ha recordado que los coronavirus (SARS-CoV1, MERS),
históricamente tienen una inmunidad de 4 a 6 meses, por lo que “definitivamente hay que mejorar las vacunas. Ahora mismo ya se trabaja en
vacunas que despierten la inmunidad en mucosas porque las actuales evitan que nos compliquemos con la enfermedad” y por tanto disminuyen la mortalidad.
Y bajo las actuales circunstancias se necesitarán
vacunas esterilizantes que eviten el ingreso del virus al cuerpo. “Eso sería una muy buena estrategia que ya se está probando con el objetivo de lograr detener la pandemia”, ha añadido.
No obstante, al ser consultado si caeremos en
un ‘círculo vicioso’ con las vacunas ha mencionado que por ahora son necesarias, nos protegen individualmente, pero hay países con menos del 10 por ciento de población vacunada y “allí pueden surgir las nuevas variantes. Entonces para salir de esta lo debemos hacer todos como humanidad, produciendo vacunas cada vez más eficaces frente a nuevas variantes, pero también que lleguen a todos, sino
será un cuento de nunca acabar”.
Por otro lado, el investigador ha dejado claro que “esto de
aprender a vivir con el virus no significa simplemente acostumbrarnos a que haya casos y repunte de casos. Sino
acostumbrarnos a controlar como evitar que aumenten todo el tiempo”.
Y para ello, será necesario mejorar los diagnósticos, usar permanentemente mascarillas, evitar sitios cerrados,
aprender a respetar el auto confinamiento si tenemos síntomas de resfriado, mejora la ventilación de los sitios cerrados (cines, restaurantes, bares, etc.), preferir espacios abiertos, etc. “Todo eso nos ayudará acostumbrarnos a la nueva normalidad”, ha insistido.
En países como el nuestro
los sistemas de salud son reactivos más que preventivos, ha ratificado Cárdenas, para quien “lo correcto sería que el sistema funcione a nivel comunitario para evitar una enfermedad”.