Edición Médica

Dámaris Intriago, César Paz y Miño, María Fernanda Rivadeneira y Mauricio Espinel.

Cristina Coello. Quito
La nueva enfermedad de la COVID-19 ha demostrado que ni la vacuna, ni el contagio proporcionan una inmunidad a largo plazo. Por ello, muchos estados como el ecuatoriano han decidido aplicar dosis de refuerzo como una medida de salud pública. Pero también hay países que ya aplican una cuarta inoculación.
 
Si bien la vacuna es una herramienta útil, hay que advertir que seguir administrando vacunas “no es una estrategia sostenible desde el punto de vista económico, ni del sistema de salud”, ha estimado María Fernanda Rivadeneira, investigadora y coordinadora de la maestría de Epidemiología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
 
Con ella coinciden el genetista y miembro de la Academia de Medicina, César Paz y Miño; la docente investigadora de la Universidad SEK, Dámaris Intriago; y el coordinador de investigación del Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM), Mauricio Espinel.
 
Para los especialistas no es sostenible una vacunación cada 4 o 6 meses cuando aún existen lugares en el mundo y en el mismo Ecuador que no han alcanzado una cobertura adecuada de inmunización. Por otro lado, tampoco existe suficiente información sobre resultados de la administración de una cuarta dosis.
 
Israel, Chile y Alemania son los países que han avanzado con una dosis adicional luego del refuerzo en personas inmunocomprometidas y otros vulnerables como los mayores de 60 -70 años con comorbilidades. Sin embargo, los expertos consultados por EDICIÓN MÉDICA han recalcado que esos países aún no han propuesto la medida en la población en general y por lo tanto una cuarta dosis deberá atender consideraciones individuales e inmunológicas de las personas.

Incertidumbre frente a nuevas variantes
 
Desafortunadamente con la COVID-19 no hay una expectativa clara sobre el tiempo en que se convierta en una enfermedad endémica y los expertos puedan definir el momento preciso en que la población deba vacunarse.
 
“Recordemos que el curso de la pandemia, incluso para hacer modelamiento a nivel científico para tratar de hacer predicciones, sigue siendo complicado. No se descarta la aparición de nuevas variantes sobre todo por la inequidad en vacunas” a nivel mundial, y por tanto es prioritario dar cobertura a esa población que no tiene ni la primera dosis, ha recalcado Intriago.
 
En ese sentido, Paz y Miño ha subrayado que, si no se alcanza la equidad en vacunas a nivel mundial, la posibilidad de responder de forma eficiente y más rápido a la pandemia será menor.
 
Aún así, Intriago ha considerado que es probable que tengamos que añadir una dosis más, pero hasta el día de hoy la recomendación es el esquema de dos dosis y un refuerzo. A eso hay que incluir las estrategias de educación. “No generar un ambiente de relajamiento” porque la contención de la pandemia solo funciona en conjunto.
 
La investigadora de la Universidad SEK ha insistido en que a lo largo de la pandemia “no se ha dado una comunicación y educación sobre lo que realmente son las vacunas y se las puso como las salvadoras, cuando son una estrategia más, a la par de medidas de bioseguridad”.
 
Espinel por su parte, ha recalcado que seguimos en un proceso de aprendizaje del SARS-COV-2 y de sus componentes clínicos, epidemiológicos y farmacológicos (medicamentos y vacunas), pero hay que tener claro que quienes han realizado las investigaciones son las empresas farmacéuticas, “no hay otros estudios” y habrá que “tener un poco de cuidado” sobre la decisión de una cuarta dosis.

Ómicron es la cuarta dosis
 
A pesar de ello, el epidemiólogo del HCAM, también estima que la última gran transmisión de ómicron en el país que se dio desde fin del 2021 e inicios de 2022 pudo funcionar como esa cuarta dosis y ayudó “a construir esa inmunidad generalizada que pare la transmisión”.
 
“El problema es que existe un buen porcentaje de población que, por diferentes factores, relacionados a su capacidad inmune, no desarrollan la inmunidad y se puede seguir reproduciendo la infección”, ha añadido.
 
A eso se suma la posibilidad de que aparezca una nueva variante que logre burlar las habilidades desarrolladas por el sistema inmune y podríamos tener otro momento transmisión importante. “Hay que recordar que los virus respiratorios como la influenza siempre están cambiando y eso también puede pasar con este coronavirus. No sabemos el comportamiento real”, ha señalado Espinel.
 
Por su parte, Paz y Miño ha mencionado que, en Israel y Chile, por ejemplo, la cuarta dosis va acompañada de estudios de la realidad inmunológica de la población y por tanto habrá que esperar y “ver cómo se comporta la enfermedad, cómo cambian las cifras en las próximas semanas o meses”.
 
Según él, en el ámbito científico “se está hablando de que está bien vacunar una cuarta dosis, pero hay que planear probablemente una quinta ya modificada, con las características nuevas que vayamos estudiando a nivel genómico de las variantes que vayan apareciendo”.
 
Aún así, el investigador ha demandado a la autoridad sanitaria más datos sobre cómo está funcionando la vacunación a nivel poblacional, por ejemplo, sobre respuesta inmunológica asociada a segunda o terceras dosis, pues ha quedado claro que ómicron cambió el pensamiento sobre las dosis de refuerzo.
 
“Siempre tenemos información de otras poblaciones y en base a eso se hacen las recomendaciones. Queremos establecer políticas públicas sin datos propios, pero cada realidad es distinta. No quiere decir que eso no tenga validez, pero nosotros no estamos haciendo estudios propios para saber nuestra realidad y ajustar esa evidencia”, ha recalcado por su parte Intriago.
 
Paz y Miño es concreto y ha considerado que nuestro país “no tienen un plan real de evaluación de inmunidad” de la población y el momento de adoptar una decisión probablemente “tomara el camino que los datos científicos sugieran”.

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