El etiquetado de alimentos tipo semáforo no funciona, advierten investigadores ecuatorianos
Han realizado una evaluación sobre el impacto de este sistema gráfico implementado por el país en 2014
Miércoles, 14 de diciembre de 2022, a las 17:12
Manuel Baldeón y Marco Fornasini, investigadores de la UIDE.
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Jonathan Veletanga. Quito
Ecuador implementó en 2014 el sistema de etiquetado de alimentos tipo semáforo como una estrategia de salud pública “clave y útil” para que las personas tomen una decisión informada en relación al consumo de productos procesados y ultraprocesados. El objetivo principal fue cambiar los patrones de alimentación para ayudar a reducir la incidencia de enfermedades crónicas no transmisibles como obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y patologías cardiometabólicas.
La estrategia ya tiene 8 años de vigencia y esto le ha servido a Ecuador para posicionarse como un país “
líder del etiquetado de alimentos” en la Región de las Américas, según el Ministerio de Salud Pública (MSP). Por ello, cabe preguntarse ¿cuál es impacto de esta política pública en la reducción de estas enfermedades?
Manuel Baldeón y
Marco Fornasini, profesores e investigadores de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), han realizado una evaluación que ha arrojado
resultados poco alentadores sobre el impacto de este sistema gráfico que consta de tres colores: Rojo (alto en), Amarillo (medio en) y Verde (bajo en), que indican las concentraciones de azúcares, grasas y sal, en 100 gr o 100 ml.
Etiquetado de alimentos.
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En entrevista con EDICIÓN MÉDICA, Fornasini ha explicado que este semáforo nutricional “más bien se enfoca en la parte negativa del contenido de los alimentos”, en vez de resaltar los elementos que son más saludables. Esto “
ha distorsionado un poquito” los patrones de consumo en la ciudadanía, así como las prácticas de producción de la industria de alimentos.
Es verdad que el semáforo Rojo hizo que las personas compren en menor cantidad los productos con esa indicación, pero por otra ha hecho que la industria busque formas para bajar el color en sus bebidas y alimentos. Por ejemplo, las gaseosas carbonatadas antes tenían azúcar normal, pero
ahora tienen edulcorantes artificiales.
De esta manera
el color en el semáforo bajó como si fuese más saludable, lo cual generó que se incremente el consumo de productos con edulcorantes artificiales, tanto en alimentos como en bebidas, ha asegurado el investigador.
Pero, ¿por qué esto se vuelve un problema? Baldeón ha indicado que la evidencia científica apunta que
los edulcorantes artificiales son negativos para la salud, ya que pueden alteran el metabolismo del azúcar y por ende la microbiota intestinal.
La alteración negativa de la microbiota hace que las personas tengan más riesgo de sobrepeso, obesidad, síndrome metabólico y finamente enfermedades crónicas no trasmisibles como infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, hipertensión arterial y diabetes, ha manifestado.
“Justamente hemos visto que, desde la implementación del semáforo, del 2014 al presente, la tendencia de todas estas enfermedades se ha mantenido” e incluso se ha incrementado en grupos poblacionales como los niños, donde han aumentado en un 15 por ciento. “Entonces,
estamos viendo que el efecto no es muy favorable, más bien es algo engañoso porque distorsiona las cosas”, ha considerado Fornasini.
Sobre el tema, Baldeón ha precisado que un
estudio reciente, de cohorte prospectivo a gran escala, ha encontrado que existe una
asociación directa entre el consumo de edulcorantes artificiales y la mortalidad por enfermedades cardiometabólicas.
Esto significa que “
nos enfrentamos a un problema grave porque una medida tomada para disminuir las enfermedades cardiometabólicas (como el semáforo), podría estar contribuyendo más bien a poner a la gente en peligro de tener más riesgo” de estas patologías, ha enfatizado.
Por este motivo, ha advertido que la evidencia muestra que este sistema de etiquetado nutricional
“no tuvo ningún efecto para corregir (disminuir) la morbilidad ni la mortalidad por infarto de miocardio, por infarto cerebral, por diabetes, por hipertensión arterial
… Si tuvo un efecto fue para aumentar el problema
”.
“Entonces, en este momento no tenemos ninguna medida que esté dirigida para prevenir el incremento constante de las enfermedades cardiometabólicas”. Por ello,
ha reflexionado en no insistir en el etiquetado tipo semáforo.
Asimismo, Baldeón y Fornasini han pedido a las autoridades de salud y a la academia,
discutir el impacto de esta herramienta de salud pública para buscar alternativas que sean realmente efectivas.
A inicios de diciembre de 2022, un
estudio realizado por investigadores de la Universidad de Nevada y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha examinado la evolución de las prácticas de etiquetado frontal de advertencia nutricional en la Región de las Américas. Aquí se ha encontrado que este tipo de política pública “puede ayudar a reducir las enfermedades no transmisibles (ENT) relacionadas con la mala nutrición, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, la presión arterial alta y algunos tipos de cáncer”.
No obstante, Baldeón ha discrepado con la posición de la OPS porque “
la evidencia ahora demuestra que se equivocaron”.
“Veamos los datos, en 2014 se implementó, 8 años más tarde la tasa cruda de mortalidad por estas 4 enfermedades (infarto de miocardio, infarto cerebral, diabetes e hipertensión arterial) se mantiene o ha empeorado. Entonces, el semáforo no ha tenido ningún efecto para disminuir la tendencia de mortalidad ni tampoco para disminuir la morbilidad en relación al sobrepeso, es decir, algo está mal”, ha enfatizado el galeno, quien ha invitado a “
estar preocupados no por lo que está en la comida sino por lo que no está”, como los alimentos de calidad, carbohidratos complejos, grasa insaturada, proteína de calidad, etc.
En una
segunda entrega EDICIÓN MÉDICA dará a conocer cuál es el impacto del etiquetado de alimentos tipo semáforo registrado desde la Dirección de Alimentación Saludable del Ministerio de Salud Pública (MSP).