Primer acercamiento epidemiológico a la distribución de genotipos de la hepatitis B y C en el Ecuador
En el país se identifican alrededor de 200 casos anuales de hepatitis B, pero la verdadera prevalencia es desconocida
Daniel Garzón y Enrique Carrera, investigadores del estudio.
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Cristina Coello. Quito
La Organización Panamericana y Mundial de la Salud (OPS/OMS) ha recalcado que la
hepatitis viral es un
asesino silencioso y cobra numerosas vidas cada año, con síntomas que solo aparecen cuando la enfermedad está avanzada. De allí la importancia de la prevención y detección oportuna de la enfermedad.
La hepatitis es una inflamación del hígado que puede causar morbilidad de moderada a grave. Existen al menos seis tipos diferentes de hepatitis (de la A a la G), pero las tres más comunes son las hepatitis A (VHA),B (VHB) y C (VHC).
La
hepatitis A es una infección aguda y se transmite al ingerir agua o alimentos contaminados o por contacto directo con una persona infectada y las personas generalmente se recuperan sin necesidad de tratamiento.
No obstante, las
hepatitis tipo B y C pueden provocar enfermedad grave y la muerte. Pero este virus también tiene sus particularidades genéticas que son importantes conocerlas para identificar la gravedad y el tratamiento más adecuado.
En el
Ecuador no hay información disponible sobre genotipificación de las hepatitis B o C, pero recientemente un grupo de investigadores de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) ha realizado un estudio sobre los genotipos de la hepatitis B y C.
El
estudio transversal y descriptivo ha utilizado el registro de pacientes del Ministerio de Salud (MSP) ya diagnosticados con esas hepatitis entre 2017 y 2019.
Los circulantes de VHB en Ecuador
En entrevista con EDICIÓN MÉDICA,
Daniel Garzón Chávez, responsable del laboratorio de investigación de la Facultad de Medicina de la USFQ e investigador principal de reciente estudio ha comentado que el
VHB se agrupa en 10
genotipos diferentes (A-J) subdivididos en varios subgenotipos, que tienen diferencias notables en su distribución geográfica.
“El
tratamiento, la probabilidad de infección crónica por VHB y la presencia de
hepatocarcinoma depende de numerosos factores virológicos, incluidos los genotipos y subgenotipos”, ha informado el investigador.
De allí la importancia de realizar una primera aproximación de los genotipos y subgenotipos de VHB que circulan en el país.
Garzón ha detallado que para este estudio se utilizaron 44 muestras de pacientes distribuidos en las regiones Andina, Costa y Amazonía y se encontraron dos genotipos mayoritarios: el
genotipo F (n=42, 95,5 por ciento) y
genotipo E (n=2, 4,5 por ciento).
Los subgenotipos identificados a partir de las muestras del genotipo F fueron: F3 (n=35, 83,3 por ciento), F4 (n=6, 14,3 por ciento) y F1b (n=1, 2,4 por ciento).
Los
genotipos ecuatorianos tienen particularidades regionales. El F es el más frecuente y común en el resto de países de Sudamérica. Pero hay una relacionada a comunidades en la Amazonia ecuatoriana.
En esa zona se han identificado los genotipos F3 y F4. “Aparentemente el F 3se vuelve prevalente en las poblaciones en que ingresan” a la Amazonia, mientras el genotipo F4 se vuelve
endémicos en grupos humanos normalmente
aislados.
“Entonces nos da una idea de la dinámica de la hepatitis”, ha considerado Garzón, para quien la transmisión es diferente en ciudades grandes y comunidades especialmente en la
Cuenca Amazónica, relativamente aisladas pero que tienen contacto con colonos.
“Eso indica que las
medidas de salud pública para el control tienen que enfocarse en las 2 dinámicas, tanto en el control para población general, en las ciudades y también mirar estrategias para la eliminación muy localizadas en comunidades específicas” donde al parecer es endémica, ha apuntado el investigador.
Como conclusión, el investigador ha dejado claro que el estudio representa el primer acercamiento epidemiológico a la distribución de genotipos, y con ello se ha visto también la necesidad de realizar estudios de
efectividad de medicamentos antivirales enfocados en genotipos prevalentes en Sudamérica.
La población afectada por VHC
En relación a las características genéticas del VHC
(enlace al estudio) la investigación ha determinado que hay una
diversidad genética importante, pues se divide en 8 genotipos y 67 subgenotipos.
“El tratamiento y la probabilidad de VHC crónica dependen de estos genotipos y
subgenotipos” ha reiterado Garzón.
De VHC el MSP tenía identificados 51 pacientes, pero los investigadores accedieron a muestras de sangre de 15 personas (denominados HCV1 a HCV15) por punción venosa. Luego de la amplificación de 11 muestras se identificaron 6 correspondientes al
subgenotipo 2b (54,5 por ciento), dos correspondieron al subgenotipo 1a (18,2 por ciento), otras 2 al subgenotipo 4d (18,2 por ciento) y una al subgenotipo 1b (9,1%).
Según Garzón, con estos resultados se contribuye a un mejor manejo de pacientes y ha reiterado que el estudio es una
aproximación epidemiológica a la distribución de genotipos en el territorio ecuatoriano.
En el caso de la hepatitis C, el investigador ha enfatizado que existen fármacos con
tasas de curación de hasta el 95 por ciento. A diferencia de la B que no tiene cura, pero tiene vacuna.
En se sentido ha destacado el desarrollo de mejores
estrategias desde el MSP para la identificación, tratamiento y seguimiento de pacientes, especialmente con VHC, pero también en la realización de un nuevo protocolo de atención para las hepatitis B y C en el que se menciona los nuevos medicamentos para su tratamiento.
Para tomar en cuenta los profesionales de la salud
Tanto para hepatitis B como C los pacientes tienen alternativas. En el caso de la C es prioritario que accedan al
tratamiento de forma oportuna y en el caso de la B promover la
vacunación, pues Garzón ha recordado que la población de 19 a 20 años está relativamente protegida, pero los mayores no, y es precisamente donde se presentan más casos, en personas de 20 a 65 años.
El investigador ha enfatizado en el grupo de
mujeres embarazadas, pues la hepatitis B puede transmitirse de madre a hijo y el riesgo de que ese niño desarrolle
cáncer de forma rápida es mayor, ha advertido, y por tanto ha sugerido que durante el chequeo prenatal esta población pueda recibir la vacuna.
En el país se identifican alrededor de
200 casos anuales de hepatitis B, pero la verdadera prevalencia es desconocida; y 20 de hepatitis C, según datos del MSP. En ese sentido el investigador ha insistido en la importancia de la identificación temprana, pues se estima que la enfermedad causará en breve más muertes que el VIH (virus de inmunodeficiencia humana).
De allí que Garzón ha solicitado a los
profesionales de la salud, ofertar la vacuna de forma general y poner atención a las embarazadas que no la tengan.
Finalmente ha sugerido realizar
tamizajes de forma general y no solo enfocarse en los grupos de riesgo tradicionales.
El dato
En las Américas, casi 80.000 nuevas infecciones de hepatitis B y C surgen cada año, la mayoría de las cuales pasan
desapercibidas.