La falta de articulación en el tratamiento de la salud mental agudiza problemáticas, entre ellas la violencia
La Asamblea Nacional no termina de aprobar la Ley de Salud Mental
Andrés Parra, coordinador de Psicología Clínica del Hospital San Juan de Dios.
|
Cristina Coello. Quito
Aunque el país contaba con un plan de Salud Mental (2013-2017) y en la Asamblea Nacional sigue en tratamiento un proyecto de Ley (desde el 2019), aún no existe una
política clara al respecto, lo cual ha dejado en el vaivén a este aspecto de la salud pública y sus consecuencias ya son visibles ha comentado
Andrés Parra Sotalín, coordinador del área de Psicología Clínica del Hospital San Juan de Dios.
En entrevista con EDICIÓN MÉDICA, el especialista ha recalcado que la
salud mental es un tema transversal en todos los aspectos de la vida y al no existir un trabajo articulado entre los distintos actores “las consecuencias se están empezando a vivir, por ejemplo, la violencia”.
Pero esa advertencia va más allá y Parra estima que sin un plan de salud mental en el país a corto o mediano plazo la situación puede agravarse mucho más y eso va siendo evidente con el aumento de
suicidios desde el 2019.
El especialista ha mencionado que para el 2020 se registró un aumento del 37 por ciento de los suicidios y estos datos van a ir aumentando a eso hay que añadir el nivel más elevado “de desestructuración familiar, los duelos por pérdidas secundarias a los episodios de violencia, son muy altos”, ha mencionado.
En ese sentido ha estimado que no atender la salud mental oportunamente o trabajar en prevención, por ejemplo, en
estilos de crianza, en violencia intrafamiliar, “va provocando un cúmulo de problemática y es el terreno fértiles o un caldo de cultivo ideal para que se vayan desarrollando otra serie de problemáticas sociales y personales”.
Y para él, de allí provienen los altos niveles violencia extrema y crímenes que vive el país. Todo está íntimamente relacionado a la falta de
políticas claras en salud mental.
“Si no hay un cambio de ruta y no empiezan a articularse los esfuerzos, los resultados no solo tendrán un efecto en el nivel de trastornos, sino de problemas de salud mental sociales como los que estamos ya observando”, ha insistido.
La prevención en salud mental
De allí que el especialista del hospital San Juan de Dios, ha insistido en promover la prevención de problemas de salud mental partiendo e problemáticas como la violencia intrafamiliar o estilos de crianza afectiva, respetuosa “podría ser una estrategia más amplia”, ha comentado.
Para ello ha añadido que es importante la capacitación del personal de salud en el primer nivel de atención donde puede haber una mejor
identificación de las problemáticas y por tanto de una abordaje, diagnóstico o derivación oportunos, y allí el trabajo multidisciplinario es importante, ha dicho.
La prevención puede ayudar a atacar los principales factores de riesgo en torno a la salud mental que también deben superar los prejuicios aún latentes, a pesar de que en pandemia se reconoció su importancia.
Estadísticamente las mujeres son las más afectadas
Y fue la pandemia de la COVID-19 la que movilizó al levantamiento de data importante, como, por ejemplo, según Parra, en el Ecuador se reportó una encuesta en la que casi el 47 por ciento mostró alguna
alteración de tono a la salud mental.
La mayor incidencia está en las mujeres, entre el 61 al 65 por ciento, sobre todo con problemas como
estrés (41 por ciento),
depresión (39 por ciento) y
ansiedad (46 por ciento), datos que también son corroborados por estudios realizados por universidades locales (De las Américas-UDLA y Católica-PUCE).
“No tratar o el no notificar un cuadro mental tempranamente tiene un alto costo tanto en la
calidad de vida del paciente, así como económico para el país pues estas personas no serán económicamente activas y van a requerir atención” sanitaria en algún momento, ha anticipado.
A decir de Parra, la falta de diagnóstico y tratamiento, extiende el tiempo de recuperación. “La probabilidad de un cuadro más crónico, aumenta”, ha recalcado.
Y allí, el especialista ha apuntado nuevamente hacia la articulación de trabajo que no solo debe enfocarse en el nivel sanitario, sino también en las leyes, la política, la prevención de la violencia, etc.