La hepatitis pasó a segundo plano en la pandemia, pero no hay que descuidarla
Estiman que las consecuencias de la pandemia se verán el próximo año
María de los Ángeles Silva, presidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Gastroenterología, cap. Pichincha.
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Cristina Coello. Quito
La hepatitis, así
como muchas otras enfermedades, ha pasado a segundo plano por la emergencia sanitaria, sin que por ello deje de ser importante. En ese sentido hay que motivar la vacunación y “dentro de lo que se pueda hacer diagnóstico temprano”, ha recomendado la presidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Gastroenterología, capítulo Pichincha,
María de los Ángeles Silva.
Esta inflamación del hígado puede causar consecuencias muy graves como la cirrosis y el cáncer de hígado. “Ya no solo enfrentamos la hepatitis tipo A que se transmite por alimentos o agua contaminada. Tenemos también la B, C y otras”. Pero desde la introducción, hace más de dos décadas de la
vacuna contra la B, se la recomienda ampliamente, ha añadido Silva en entrevista con EDICIÓN MÉDICA.
En la actualidad no existe ninguna vacuna contra la hepatitis C, pero los antivíricos pueden curar a más del 95 por ciento de los infectados, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). No obstante,
solo el 14 por ciento de las personas infectadas en América Latina y el Caribe son diagnosticadas y menos del 1por ciento recibe el tratamiento debido a su elevado costo.
En las
Américas existen 3,9 millones de personas con hepatitis B crónica y 5,6 millones con hepatitis C, y con la pandemia de CoVID19 la región enfrenta un importante riesgo, luego de avanzar en importantes esfuerzos por eliminarla, ha advertido OPS.
En ese sentido, Silva también ha considerado que la pandemia ha representado un gran reto para los servicios esenciales en la
prevención y tratamiento de las enfermedades virales del hígado.
La presidenta de la Sociedad ha mencionado que “generalmente estos pacientes con tratamiento requieren seguimiento mensual porque los medicamentos que reciben pueden causar
alteraciones hematológicas, diminución de las defensas, entre otras, entonces requieren vigilancia”, pero bajo las actuales circunstancias, la sola entrega de tratamientos en el servicio público ha sido en algo una alternativa, ha añadido.
Y aunque “en general todas las enfermedades han sido relegadas con la pandemia, no por ello se puede descuidar la prevención. Y por otro lado,
si hay alguna condición de riesgo, hay que consultar al médico. Hay pacientes que recibieron una transfusión de sangre hace 20 años y pudo ser una fuente de contagio” de hepatitis B o C, ha reflexionado Silva.
La especialista ha recalcado que esta infección
es silenciosa, avanza lentamente y causa muchas complicaciones sin dar ningún síntoma.
De allí que ha insistido en que los
profesionales de primer nivel realicen una historia clínica “bien completa y detallada. Así se puede sacar información muy valiosa y de acuerdo a los antecedentes direccionar los exámenes”, ha sugerido.
Silva ha señalado que en el país
no existe una estadística clara de pacientes con hepatitis B y C, porque muchos infectados no se diagnostican por falta de síntomas y diagnóstico precoz.
A la especialista le preocupa ese tipo de patología que en país “es casi una epidemia”, por los crecientes problemas de
sobrepeso, colesterol, sedentarismo, alcoholismo, “y por allí también podemos tener cáncer y cirrosis. Mucho depende del médico que capta el paciente y la atención” oportuna que se ofrezca.
“Con la pandemia mucha gente no hace actividad física, tiene peores hábitos alimenticios, ha subido mucho de peso.
Los problemas hepáticos de aquí en adelante irán aumentado. No solo el CoVID va a causar muertes sino los daños colaterales en relación a la pandemia”, ha advertido.