La PUCE ratifica contaminación en vegetales y transferencia de metales pesados a través de la cadena alimenticia
Las muestras para el estudio se obtuvieron en 4 populares mercados de Quito
Doris Vela, investigadora de la PUCE.
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Redacción. Quito
Desde hace varios años, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) ha monitoreado la calidad de los
productos alimenticios y una nueva investigación ratificó la contaminación de vegetales con
plomo y cadmio en mercados de
Quito.
Si bien el enfoque de la investigación estaba dirigido a la
mosca de vinagre (Drosophila melanogaster) como un modelo para estudios de
toxicología alimentaria, el seguimiento ha podido identificar altos niveles de
cadmio y plomo en vegetales.
La particularidad y alerta que ha surgido a raíz de esta
investigación es que los vegetales utilizados con las moscas provienen de cuatro
mercados de Quito y según los análisis a los insectos estaban altamente contaminados con
metales tóxicos.
“El estudio se centró en la detección y análisis de las concentraciones de cadmio y plomo en
tomates, zanahorias y lechugas, ya que estos son vegetales de consumo común entre la población quiteña y por tanto implica una preocupación creciente para la salud pública”, ha señalado el resumen del estudio.
Doris Vela Peralta, investigadora principal y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la PUCE ha explicado que “se obtuvieron muestras de los vegetales de cuatro mercados locales de Quito. Las muestras se prepararon en el laboratorio y se midió la concentración de cadmio y plomo en ellas. Después, alimentamos a las moscas con estos vegetales para observar cuánto de estos metales se transfiere desde los alimentos hasta los insectos. Así, corroboramos la
transferencia de los metales pesados a través de la cadena alimenticia”.
Transferencia y acumulación
Vela ha dejado claro que, en todos los casos, los vegetales tenían niveles de cadmio y plomo que excedían los límites máximos recomendados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la
Organización Mundial de la Salud”.
Lo alarmante ha sido “el
factor de transferencia trófica de plomo y cadmio” el cual fue “notablemente alto en las moscas que comieron tomates. Esto evidenció una transferencia y acumulación significativa de plomo en estos insectos”, ha manifestado la investigadora.
“Esto sugiere que los metales tóxicos pueden pasar a través de la
cadena alimentaria y acumularse en niveles más altos, lo que podría tener efectos negativos en los ecosistemas y en la
salud humana”, ha insistido.
Vela ha resaltado que el estudio con las especies de moscas
Drosophila no solo ha ampliado el conocimiento sobre la diversidad de este género de insectos. “También ha proporcionado información valiosa para
estudios toxicológicos y de
seguridad alimentaria demostrando que son modelos ideales para investigaciones en el campo de la
biomedicina. Estos insectos evidencian así su importancia para una amplia variedad de investigaciones científicas, y hacen notar la interconexión entre los organismos y el
medioambiente”.
Otro estudio
En otra investigación, se ha expuesto a la mosca Drosophila melanogaster a nanopartículas de hierro. Las alimentaron con un medio que contenía estas
nanopartículas y observaron los efectos a lo largo de varias generaciones. Se evidenció que las moscas pueden resistir una concentración límite de estas nanopartículas, pero si la concentración supera el límite, las nanopartículas tienen un
efecto tóxico incrementando la mortalidad de las moscas. Este descubrimiento es importante para futuras aplicaciones de las nanopartículas, como conductores de medicamentos, por ejemplo, porque destaca la necesidad de una
dosificación adecuada.