AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
La reactivación económica es inconcebible si los países no controlan la curva de contagios
CEPAL y OPS proponen tres fases de la respuesta a la pandemia
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, y Carissa Etienne, directora de la OPS.
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Redacción. Quito
“Si no se controla la curva de contagio no es posible la reactivación económica de los países” en América Latina y el Caribe, es la principal conclusión de un
nuevo informe conjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“La actividad económica plena no puede reanudarse (es inconcebible) a menos que controlemos el virus.
Intentar lo contrario pone en riesgo la vida de las personas y afianza la incertidumbre de la pandemia”, ha sostenido
Carissa Etienne, directora de la OPS.
Por este motivo, los organismos plantean
tres fases de la respuesta: controlar la pandemia, reactivar la economía con protección y reconstruir de manera sostenible e inclusiva.
El documento señala que los países del Caribe han logrado controlar la pandemia con mayor rapidez, mientras que
en América Latina los niveles de contagio siguen sin disminuir.
Por ejemplo, en Ecuador se registra un aumento sostenido de casos de CoVID19 a nivel nacional. Según cifras oficiales, hasta este 30 de julio se reportan
84.370 casos confirmados y 5.657 fallecimientos a causa de la enfermedad. En varias provincias del país el Sistema de Salud, público y privado, está trabajando a su máxima capacidad.
Algunos países han llevado a la región a convertirse en el
epicentro actual de la pandemia, encabezando las estadísticas mundiales de casos. Al 29 de julio, se han registrado más de 4.5 millones de casos de COVID-19 y casi 190 mil muertes en América Latina y el Caribe.
“Una importante cantidad de países está lejos de alcanzar un aplanamiento sostenido y significativo de la curva de contagios. En el plano social y económico, la pandemia ha desatado una inédita crisis económica y social, y si no se toman medidas urgentes, podría transformarse en una crisis alimentaria y humanitaria”, ha indicado la OPS.
Control, reactivación y reconstrucción
Para enfrentar la pandemia y sus efectos de corto y largo plazo, CEPAL y OPS proponen un conjunto de principios para la acción y políticas, y una
amplia gama de medidas de salud, sociales y económicas a desplegarse en tres fases no lineales e interrelacionadas: control, reactivación y reconstrucción. Son un punto de referencia para los países de la región.
Tres mensajes articulan las medidas que plantean ambas organizaciones para enfrentar la pandemia: No hay apertura económica posible sin que la curva de contagios haya sido controlada, y
no hay reactivación posible sin un plan claro tendiente a evitar el repunte de los contagios; las medidas sanitarias dirigidas a controlar la pandemia (entre ellas cuarentena y distanciamiento social) deben implementarse articuladamente con las medidas sociales y económicas dirigidas a atenuar los efectos de la crisis, pues estas últimas facilitan el cumplimiento de las medidas sanitarias; y reconstruir mejor implica promover el desarrollo sostenible e inclusivo con la igualdad en el centro, avanzando en la transformación productiva y en la creación de un estado de bienestar.
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Avanzar en la igualdad es fundamental para el control eficaz de la pandemia y para una recuperación económica sostenible en América Latina y el Caribe. Debemos atender la emergencia e implementar una estrategia para superar las debilidades estructurales de las economías y sociedades. Por ello cambiar la estrategia de desarrollo es esencial en la región”, ha manifestado Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL.
“Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes, que requiere de sistemas de salud sólidos y bien financiados para superar esta crisis y así poder recuperarnos
. Invertir en salud pública hasta alcanzar al menos un 6 por ciento del PIB, con particular énfasis en la atención primaria en salud es proteger los logros alcanzados en salud, pero también asegurar el desarrollo sostenible y hacer frente a la creciente pobreza y desigualdades en la región”, ha agregado Etienne.
Finalmente, en el informe se indica que el listado de medidas que sugieren ambos organismos descansa en la necesidad de articular las políticas de salud con las económicas, sociales, y productivas. Entre ellas destacan las de
testeo, seguimiento de contactos y medidas de salud pública como cuarentenas o de distanciamiento social, y el fortalecimiento de los sistemas de salud, con un enfoque en la atención primaria de salud y garantizando el cumplimiento de las funciones esenciales de salud pública.
Estas medidas deberían ser acompañadas de políticas de
Ingreso Básico de Emergencia (IBE), Bono Contra el Hambre y protección al sector productivo, que apoyan las medidas de salud. Junto a estas medidas inmediatas, se esboza un conjunto de planteamientos como el fortalecimiento de la salud pública, la consolidación de sistemas de protección social universales e integrales, la implementación de una política fiscal progresiva y un gasto público suficiente, eficiente, efectivo y equitativo, aceleración en la transformación digital, la reducción de la dependencia regional de productos médicos importados y cambios en la matriz productiva, junto a un impulso de la inversión verde.
Impacto grave
Según el informe, en lo inmediato, la pandemia ha provocado la
recesión más abrupta de la historia que, de acuerdo con las proyecciones de la CEPAL, implicará una caída del crecimiento regional de -9,1 por ciento en 2020, acompañado de un alza en el desempleo alcanzando una tasa cercana a 13,5 por ciento, un incremento de la tasa de pobreza de 7,0 puntos porcentuales para alcanzar el 37,3 por ciento de la población y una agudización de la desigualdad con un alza promedio en el índice de Gini de 4,9 puntos porcentuales.
Asimismo, los sistemas de salud de los países de la región, que ya estaban
subfinanciados y fragmentados antes de la llegada de la CoVID19, enfrentan la respuesta a la pandemia con debilidades en el ejercicio de la función de rectoría de las autoridades de salud.
El gasto público en salud solo alcanza en promedio el 3,7 por ciento del PIB, por debajo del 6 por ciento recomendado por la OPS como base. Una tercera parte de la población
todavía enfrenta algún tipo de barrera para acceder a los servicios de salud que necesita.
Los altos grados de desigualdad acompañados por elevados niveles
pobreza, informalidad, desprotección social y limitado acceso a salud oportuna y de calidad, explican los altos costos sociales que la pandemia está teniendo en la región.
Más allá del compromiso y entrega del personal de salud, las
debilidades históricas del sistema público de salud también contribuyeron a la vulnerabilidad de la región.
En la
dinámica de los contagios, el documento señala que también influye el alto grado de urbanización y metropolización (más de un tercio de la población vive en ciudades de un millón o más habitantes) y los déficits acumulados en las urbes en materia de hacinamiento, falta de servicios de agua y saneamiento, y transporte público atestado.
La disponibilidad
promedio de médicos y de camas hospitalarias no llega ni a la mitad de la que tienen países más desarrollados, como los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que representa barreras de acceso importantes. Por otro lado, y debido a la pandemia, la atención de otras enfermedades se ha pospuesto o interrumpido, lo cual empieza a reflejarse en un exceso de mortalidad que señala los profundos efectos del desplazamiento tanto de la oferta como en la demanda de servicios.
Matriz de desigualdad
El informe indicado que la matriz de desigualdad en la región posiciona a ciertos grupos en especial situación de vulnerabilidad, entre ellos las
personas mayores (85 millones), trabajadores informales (54 por ciento del empleo regional), mujeres (mayoría en actividades informales, con trabajo no remunerado aumentado y mayor exposición a violencia doméstica), pueblos indígenas (60 millones de personas y con comunidades que pueden desaparecer), personas afrodescendientes (130 millones de personas en 2015), personas con discapacidad (70 millones de personas) y migrantes. Todos estos grupos requieren una atención especial que mitigue sus condiciones especiales de vulnerabilidad.
Los organismos han encontrado que los hogares financian más de un tercio de los gastos en atención de salud con
pagos directos de su bolsillo, cerca de 95 millones de personas deben afrontar gastos catastróficos en salud y casi 12 millones se empobrecen debido a estos gastos.