Los políticos no pueden decretar el fin de la pandemia, aún hay peligro
La vacunación ya no es suficiente, también se requieren antivirales
Gabriela Zambrano, internista, y Fabricio González, genetista.
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Cristina Coello. Quito
El Ministerio de Salud Pública (MSP) hace gala en encuentros internacionales de ser referente en el control de la pandemia por COVID-19 con su exitoso plan de vacunación y hasta ha anticipado el relajamiento de algunas medidas como el abandono de la mascarilla en espacios abiertos. Pero,
¿en realidad la población puede confiar en ese optimista discurso oficial?
EDICIÓN MÉDICA ha consultado sobre la situación al genetista, investigador y docente
Fabricio González, y, a la internista y docente
Gabriela Zambrano, quienes han sido enfáticos en señalar que la pandemia no ha terminado y que su fin no depende de un decreto político.
González ha identificado d
os enfoques de la situación, uno médico-biológico, y; otro social, económico, político. En el primer aspecto ha ratificado que “la pandemia no ha terminado. Mientras siga existiendo el virus y pacientes contagiados, seguiremos en pandemia. La vacunación que es una medida extraordinaria no ha llegado a todo el mundo y para controlarla debería tener una cobertura del 90 por ciento de la población mundial”.
Aun así, estima que se puede
controlar parcialmente en algunos países, siempre y cuando no exista migración, cosa que es muy difícil, ha aclarado. “Mientras no se pueda controlar el movimiento de las personas estaremos en riesgo”, ha dicho.
Por otro lado, el investigador ha recordado que tampoco se conoce la
efectividad a largo plazo de la vacuna. A pesar de que buena parte de la población ecuatoriana tiene las dos dosis y está buscado el refuerzo, “no sabemos cuánto va a durar la inmunidad generada por la vacuna. Algunos dicen 6, 8, o 10 meses. Posiblemente se requiera una cuarta dosis o un refuerzo más en un año o dos”, pero con el cuadro de vacunación aplicado en el país no se soluciona el problema, ha advertido.
Desde el punto de vista social, económico y político, ha reconocido que el mundo no puede parar. “Entonces los políticos han decidido decretar el fin de la pandemia sin un criterio técnico”, han considerado el aspecto económico y eso
implica sacrificar a las personas, se ha lamentado.
Por ello, desde su punto de vista, será necesario “
mantener un sistema híbrido, podemos volver a tratar de tener una
vida normal con limitaciones, eso significa mantener la mascarilla, espacios ventilados, distanciamiento social. Hay que jugar con las dos cosas, con la parte biológica y la económica”, ha razonado González.
Por su parte, Zambrano también insiste en que la pandemia no ha terminado. “La historia se repite. Estamos en exposición continua de nuevas variantes que sobre todo en
poblaciones vulnerables puede ocasionar infecciones graves. De hecho, después de carnaval habrá nuevas hospitalizaciones. Más bien es un desafío comprender la severidad de la enfermedad desde el punto de vista clínico”, ha estimado.
Aunque reconoce el éxito de la vacunación en el país, también ha advertido que pueden llegar
variantes que evadan la respuesta inmunitaria de ella. Hasta comentó que el nuevo sublinaje de ómicron (BA.2) es más transmisible y “puede dar sorpresas, nuevos brotes. Así que no es prudente anticipar que está controlada” la pandemia.
La internista también considera necesaria la reactivación económica, pero apoyada en una
comunicación de percepción de riesgo frente a la población. “Eso no se ve, no advierten que habrá virus que mutan y sobre la posibilidad de variantes de preocupación que den sorpresas” y por ello ha considerado que la autoridad sanitaria debe mantener la aplicación de medidas de bioseguridad.
“
El riesgo no ha terminado y menos en las actuales circunstancias mundiales donde habrá gran movilidad humana de
países con bajos porcentaje de vacunación como Ucrania, que tenía apenas el 30 por ciento de vacunación, tendremos que esperar nuevos brotes”, ha recalcado.
Zambrano también ha reconocido la ‘
fatiga pandémica’ que afecta a muchos y la necesidad de las personas de salir y hacer una vida normal. Por eso ha recalcado en la labor del MSP de enforcar el riesgo y prevenir.
“Los profesionales (de la salud) seguimos preocupados. Por eso esperamos los mensajes de la autoridad en el sentido de que no estamos libres y
hay que intensificar la prevención”, ha dicho la especialista.
En ese sentido, González ha recalcado que continuarán las mutaciones del SARS-COV-2. “El virus está en constante lucha de supervivencia. El virus no se va a ir, tenemos que aprender a convivir con él. Las vacunas generan respuesta inmune pero
cada vez que muta tenemos que cambiar la vacuna, mejorarla. Esto seguirá pasando, se deberán hacer vacunas más eficientes y con mayor duración”, ha explicado.
Pero Zambrano es más radical y considera que se está cometiendo un
error de extrapolación porque los efectos positivos de otros países “no pueden compararse a nuestro entorno. Se requiere extrema precaución. Mucha de la población ecuatoriana mayor a 35 años padece de diabetes, hipertensión, es obesa, o tiene alguna comorbilidad que los hace vulnerables y los pone en riesgo”.
La internista pasó a explicar que con ómicron no se elevó la mortalidad en población general, pero en
subgrupos si se reportó un aumento de mortalidad, fue el caso de los pacientes vulnerables.
“Eso quiere decir que en cada nueva ola de contagios que tengamos vamos a tener aumento de mortalidad en esta población especial, con mayores factores de riesgo como los
trasplantados, los que padecen de
insuficiencia cardiaca, diabetes mellitus, etc”, ha añadido.
Zambrano ha recalcado que “todos ellos hacen
un declinamiento más rápido de anticuerpos protectores que la población general. Una persona en buen estado de salud de 20 años baja los anticuerpos (de la vacuna) en 6 a 8 meses, mientras un paciente inmunocomprometido lo hace quizá en tres meses. Si viene una variante de preocupación o un sublinaje de ómicron (ya reportado en Panamá, República Dominicana y Brasil), tendremos aumento de mortalidad en este grupo”, ha observado.
Por su parte, González ha señalado que, si bien la mortalidad general ha disminuido,
la morbilidad sigue en niveles altos. “Los enfermos, aunque son más leves, son muchísimos y se tratan en sus domicilios”, sin caotizar los hospitales.
Entonces, los especialistas han coincidido en que las autoridades primero deben transparentar la realidad y los datos. No solo decir que el país está mejor, pues
la situación puede volver a cambiar. Por lo tanto, no significa que debemos dejar medidas importantes como la bioseguridad y la vacunación.
“La autoridad debe ser transparente y
decir que esto es temporal, no a largo plazo. No es posible que sigan ocurriendo aglomeraciones como las del carnaval”, ha reclamado González.
Nadie habla de las secuelas
El genetista ha resaltado la intención gubernamental de mantener la vacunación, pero ha observado que, con las nuevas variantes, también se requieren nuevas vacunas. A largo plazo será necesario
reestructurar el sistema de salud. Eso implica hacer inversión social en salud, mejorar los recursos humanos en salud, implementar mayor estructura hospitalaria en los tres niveles de atención y preparar al personal para enfrentar nuevas pandemias.
Todo ello, debido a que se está demostrando que el daño que puede ocasionar la COVID-19 al organismo puede ser a largo plazo.
El síndrome poscovid existe, es una la patología reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero lo que no se conoce con claridad es cuánto dura y qué tipo de daños a largo plazo genera en las personas, han comentado los dos especialistas.
Se estima que hay más de 50 síntomas del denominado ‘long COVID’, pero los más conocidos son la fatiga crónica y daños a nivel neurológico y cardiológico. Además, que los afectados pueden ser el
30 por ciento de los contagiados, es decir que, si en el país se reportaron 500 mil contagios, habrá unas 150 mil personas con secuelas de la infección. En definitiva, son pacientes que va a requerir varias atenciones del sistema de salud.
“Sé que todavía necesitamos evidencia para predecir la evolución y el comportamiento de los coronavirus a futuro. Se requieren más estudios enfocados en variantes sobre todo en inmunocomprometidos con infecciones persistentes, además se requiere una conciencia de análisis urgente, todavía no hay evidencia de la trayectoria evolutiva a largo plazo de los coronavirus. Pero si hablamos de clínica también nos hace falta más estudios para conocer los efectos a largo plazo del virus. Pero ya hay estudios en pacientes, independientemente de la gravedad del cuadro donde se evidencia lesiones a nivel del nervio, neuropatía periférica incluso reportes de neurodegeneración. Otras secuelas son las psicológicas con huellas de depresión, ansiedad y hasta síntomas neuropsiquiátricos”, ha detallado Zambrano.
Por ello, los dos especialistas han insistido en que el
mensaje debe seguir en el sentido de continuar la
prevención de la enfermedad por que la pandemia no ha acabado.