DESDE LA EXPERIENCIA
Mayor mortalidad, el precio que pagan los pacientes en diálisis debido a la COVID-19 en Ecuador
Estudios están planteando la necesidad de una tercera dosis de vacuna en este grupo vulnerable
La COVID-19 tiene tres formas de presentación en las personas.
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Redacción. Quito
En diciembre del 2019 se reportaron los primeros casos de COVID-19 en Wuhan, China. En febrero 29 del 2020 aparecieron en Ecuador
los 2 primeros casos en 2 hermanas que vinieron desde España y murieron por la enfermedad. Desde entonces, la enfermedad se ha diseminado por todo el mundo con un nivel de contagiosidad altísima.
Se declaró como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo del 2020 y la Universidad Johns Hopkins ha reportado unos 184 millones de infectados a nivel mundial con unos 4 millones de muertos y 3.250.000.000 vacunados. Para Ecuador, con la “salvedad de nuestras estadísticas” serían unos 462.000 infectados con 21.000 fallecidos, esto significa que
fallecieron un 4.6 por ciento de los infectados.
Pero, hay grupos vulnerables como aquellos de edad sobre 65 años,
diabéticos, hipertensos arteriales, con defensas bajas, cáncer y con insuficiencia renal, quienes al no tener riñones funcionantes se realizan diálisis o riñón artificial, tienen riesgos muy aumentados de enfermarse y morir con COVID-19, al igual que el personal de primera línea como médicos, enfermeras, auxiliares, camilleros, saneamiento ambiental y los administrativos de oficina.
Cristóbal Santacruz, nefrólogo de la Clínica de los Riñones Menydial, ha indicado que “si analizamos los
162 empleados que atienden a los 700 pacientes en diálisis, observamos que el
26 por ciento, 42 empleados, se contagiaron y tuvieron PCR para COVID 19 positivo, 50 por ciento fueron hombres y 50 por ciento mujeres, el 79 por ciento realizaban atención directa a los enfermos y el 21 por ciento eran administrativos, la edad promedio fue de
36 años, todos se recuperaron, ninguno falleció, pero el 2 por ciento se hospitalizaron”.
Trabajadores contagiados en Menydial.
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Las primeras enseñanzas que han obtenido de la pandemia en Menydial son que
el virus ataca por igual a los empleados de los dos sexos, que la enfermedad fue leve por tratarse de personas jóvenes (36 años), que más riesgo tienen los empleados que están en contacto directo con los pacientes, pero que los administrativos también deben utilizar medidas de protección personal para evitar la infección, ya que el 21% se contagiaron y necesitaron aislarse 15 días para no contagiar a otras personas o familiares.
“Cuando analizamos los resultados de estos 16 meses de pandemia en los 700 pacientes en Hemodiálisis que hemos tratado, vemos que el
26 por ciento, 180 enfermos, se contagiaron de COVID-19, la edad promedio fue de 60 años, 60 por ciento fueron hombres y 40 por ciento mujeres, todos tuvieron PCR para COVID 19 positivo por hisopado y en los antecedentes previos a contagiarse informaron que algún familiar estuvo enfermo antes en casa”, ha indicado Santacruz.
Como se sabe
la COVID-19 tiene tres formas de presentación en las personas, leve casi sin síntomas, pero que contagia a los demás; moderada con síntomas como fiebre, tos, debilidad, fatiga, cansancio, falta de aire, diarrea, perdida del olfato o del gusto, pero que puede tratarse en domicilio u hospitalizado; y grave, lo anterior más desaturación menor del 90 por ciento, neumonía, alteraciones laboratoriales, aquí los pacientes se tratan en una sala de hospital o en terapia intensiva.
Siguiendo el análisis de los 180 infectados en Menydial, se observa que el 47 por ciento de los pacientes contagiados, 84 personas, no se hospitalizaron, es decir, la mayoría se recuperaron, pero el
3 por ciento (6 pacientes) fallecieron; de los otros 96 pacientes (53 por ciento) que se hospitalizaron fallecieron 34 (19 por ciento) y cuando necesitaron UCI la mortalidad aumenta al 67 por ciento (6 fallecidos de 9 pacientes.
“De esta manera vemos que
la mortalidad global de los pacientes en diálisis fue del 22 por ciento, uno de cada cinco, y que cuando requiere hospitalización o UCI el riesgo de muerte va aumentando”, ha especificado Santacruz.
Analizando el grupo del 22 por ciento de pacientes fallecidos se encuentra que la edad promedio fue de 67 años, 62 por ciento fueron hombres y 38 por ciento mujeres,
4 años en promedio haciéndose diálisis y con factores de riesgo alto como diabetes, hipertensión arterial y edad avanzada.
Algo importante a destacar es que la presencia de
contagio por COVID-19 de los pacientes en diálisis es en oleadas, siguiendo el ritmo de la población general que a su vez esta precedido por eventos sociales que requieren un mayor contacto social como las fiestas navideñas, feriados de carnaval, semana santa y los feriados que normalmente se convierten en puentes de vacación.
Picos de contagios de COVID-19 en pacientes en diálisis.
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Finalmente, si se comparan los 2 grupos de pacientes estudiados, empleados y pacientes, se constata que en los primeros no hubo mortalidad, todos se recuperaron y se infectan igual hombres como mujeres. En cambio, en el grupo de los pacientes se observa como
al menos 1 de cada 5 fallecieron, usualmente hombres con edad sobre 60 años.
“En otras palabras la pandemia ha producido un 26 por ciento de mortalidad adicional a la normal en los pacientes infectados, por lo que, la vacuna, el distanciamiento social, utilización de equipos de protección personal y aseo meticuloso continúan siendo prioritarios para toda la sociedad y más todavía, en estos grupos humanos en riesgo, ya que el número de población vacunada es bajo y nos enfrentamos al riesgo de nuevas cepas más virulentas y a un cierto relajamiento social por la necesidad de mover la economía y la vacunación iniciada. Además, como este grupo de diálisis y los trasplantados de riñón tienen dificultades para formar anticuerpos contra el virus, algunos estudios y autores están
pensando en la necesidad de una tercera dosis de vacuna”, ha concluido Santacruz.