Edición Médica

Rodrigo Gómez de la Torre y Adrián Díaz.

Cristina Coello. Quito
A casi dos años de implementada la norma de etiquetado para todos los alimentos procesados, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha expresado su total apoyo a esta política sanitaria pero también ha admitido que se la puede mejorar.
 
Adrián Díaz, asesor en Salud Familiar, Género y Curso de Vida de la OPS, ha señalado a REDACCIÓN MÉDICA que es admisible ajustes a la política, pero esa negociación no admite una eliminación del semáforo nutricional en los productos.
 
“La industria láctea pedía contabilizar los azúcares añadidos. Eso está bien. El ministerio está en esas negociaciones pero si uno empieza a complejizar los porcentajes pasa lo que pasó hasta ahora, que mucha de la información nadie la entendía. El semáforo es muy simple. Que hay que ajustarlo, por supuesto, como toda política pública hay que reajustar, pero definitivamente el actual semáforo no confunde a la población”, ha sido enfático en señalar Díaz.
 
Por su parte, Rodrigo Gómez de la Torre, presidente de la Cámara de Agricultura de la Primera Zona, ha ratificado que su posición es que “el etiquetado tiene que venir acompañado de una campaña educativa sobre lo que significa cada color y sobre la porción”.
 
“La buena nutrición se hace con información y se envió al Ministerio de Salud (MSP) la propuesta de dejar plano el tema del color y permitir tener en la etiqueta el contenido en azúcar tanto en tamaño, como el contenido en gramos”, ha precisado Gómez.
 
El representante de la industria ha considerado que por ejemplo “el queso maduro tiene un valor nutricional muy alto pero tiene un semáforo rojo por ser alto en grasa y sal. Entonces el etiquetado no aporta, más bien distorsiona. Lo mismo ocurre con los yogures”.
 
“Hay una distorsión, porque si nosotros medimos los valores nutricionales vamos a encontrar que unos productos como el queso maduro lo tienen altísimo en relación a una gaseosa de dieta (con semáforo verde) que no tiene valor”, ha considerado De la Torre.
 
Por otra parte, el industrial ha señalado que el Ministerio de Agricultura realizó un estudio donde evidenciaba que este etiquetado en lácteos tenía una reducción de aproximadamente el 15 por ciento en consumo. “La gente no necesariamente estaba entendiendo qué mismo significaba el rojo, pero lo asumía como dañino”.
 
No obstante, Díaz ha considerado que “sí hubo una disminución en el porcentaje de crecimiento de las ventas en volumen y dinero pero no necesariamente tiene relación directa con el etiquetado”.
 
“En términos globales la industria láctea siguió expandiendo su mercado. Los productos más afectados, si empezamos a desagregar son precisamente los yogures y las leches azucaradas. Y está bien. Si no fuera así, si no hubiera alguna modificación en el consumo diría que saquen el etiquetado que no sirve para nada. Se espera que haya algún cambio y que eso es perfectible pero pueden optar por agregarle menos azúcar a los productos”, ha indicado Díaz.
 
Además, el asesor de OPS ha considerado que con el etiquetado esperan a “mediano plazo un impacto sobre el consumo excesivo de alimentos procesados y bebidas azucaradas. Puede ser que se pierda una fracción del negocio, es verdad, pero hay que poner la balanza. ¿Qué nos interesa más, los negocios privados o la salud pública?”, ha opinado.
 
Gómez de la Torre en cambio ha pedido que se incluyan parámetros fundamentales como porción y el número de porciones por envase. “La lectura nutricional es mucho más importante que el semáforo”, ha reiterado. 

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